En una reunión que tomó carácter de urgencia, la mesa chica que maneja la economía argentina -con Guzmán, Feletti, Kulfas y Julián Domínguez- debatió un nuevo problema que aqueja al consumo interno.

En las últimas horas, la carne se metió en el ojo de la tormenta. Es que registró algunas subas en el mercado de Liniers -entre el viernes pasado y el martes aumentó un 20%- que luego impactaron en el mostrador. El precio del novillo pasó de $208,43 el kilo a $221,57, mientras que el novillito creció de $214,79 a $247,10 y la vaquillona de $208,46 a $237,13.

"Desde el Gobierno no se va a habilitar ni permitir ningún tipo de abuso hacia los consumidores y consumidoras", alertaron hace un par de días desde el Ministerio de Economía. 

Para este fin de semana largo, el Ejecutivo y la Asociación de Supermercados Unidos alcanzaron un acuerdo para congelar el precio de la carne vacuna y la medida ya tuvo sus primeros resultados: el novillo se ubicó en $220,21, el novillito en $234,26 y la vaquillona en $224,80.

Esta disposición es escasa a largo plazo si el objetivo es ponerle un freno real a la suba de la carne. El sabor a poco tiene que ver con que su validez se extiende solo hasta el lunes.

No obstante, el ministro Martín Guzmán explicó que se "está llevando adelante todas las gestiones necesarias para estabilizar el precio de los productos claves en la canasta". En ese sentido, advirtió que la semana próxima se trabajará para lograr la “estabilidad del precio de las carnes” con el propósito de evitar “sobresaltos que afecten a los consumidores en el último tramo del año".

El Gobierno ya congeló los precios de más de 1.400 productos e hizo lo propio con los medicamentos. Esos antecedentes dejaron asentado que a la mesa chica no le tiembla el pulso para ir por más si la circunstancia lo requiere. Todo hace pensar que si la canasta básica y los consumidores forman parte del eje a cuidar por el Gobierno, la disputa puede venir por el lado de la cadena productiva, como sucedió con la industria alimenticia y los laboratorios farmacéuticos. A esta hora es una incógnita saber cuál es el eslabón al que se le pondrá un freno en esta puja distributiva; si al campo, a los frigoríficos o al comercio. 

Lo cierto es que en los próximos días alguno de esos tres sectores estará sentado para negociar las bases y condiciones de un nuevo acuerdo, esta vez, sobre “un bien cultural'', como denominó tiempo atrás Julián Domínguez a la carne.