Los primeros datos que arrojó la nueva medida del “dólar soja” fueron prometedores. El lunes se liquidaron 800.000 toneladas y el martes cerca de 1.350.000 toneladas. En los primeros dos días de la medida, el campo liquidó más que en todo agosto. El éxito temprano de la iniciativa de Sergio Massa que busca seducir a ese sector del agro con el objetivo de fortalecer las reservas del Banco Central y así evitar una devaluación no-administrada muestra, sin embargo, algunos puntos discutibles.

Más rápido que antes

Según lo que comunicó el ministro de Economía cuando anunció la reedición mejorada de la herramienta que en su momento introdujo sin pena ni gloria Silvina Batakis, el Gobierno espera contar con ingresos de U$S 5.000 millones a principios de septiembre, cuando finalice el plazo. El martes, las liquidaciones fueron de U$S 450 millones, una cifra histórica. A este ritmo, pareciera venir bien encaminada la cosa. Lo que –por omisión– oculta el dato es que ese mismo día el saldo neto del BCRA fue de U$S 140 millones. Tres veces menos. El menú de factores que produjeron el hachazo en las reservas acumuladas de esa jornada –y amortiguó los festejos– es variado: importaciones autorizadas, compromisos de deuda y compras de dólar solidario.

En conversación con El Canciller, el economista Leandro Bona explicó: “El efecto seguramente va a ser que aumenten las reservas porque es mucho lo que se estaba reteniendo y, aunque una parte drene hacia las importaciones u otras cosas como la fuga de capitales, el efecto final va a ser un aumento de reservas”. En ese sentido, el investigador del FLACSO señaló: “No todo lo que podría, pero van a aumentar. Ahí hay un saldo positivo”.

¡Liquiden, el Tesoro invita!

En concreto, la herramienta establece una “ronda especial” para los sojeros, la CAM9, mediante el cual el agroexportador recibe $200 por cada dólar que le entrega al BCRA. Bastante por encima de los $140 que paga al resto de los que venden al exterior por fuera de este régimen. Para quienes importan insumos y bienes al país, naturalmente la operación es inversa: desembolsan $140 por cada dólar. La distancia entre ambas cotizaciones genera la paradójica situación de que, mientras esté vigente el tipo de cambio especial, cada dólar que el Central le compre a los exportadores de soja a $200, lo estará vendiendo a $140 en el mercado mayorista tradicional. Es decir, por cada uno de esos dólares, el Estado pierde $60, el 30%.

A escala, y a partir del estimado de U$S 5.000 millones que proyectan el Palacio de Hacienda –unos $1.000 billones–, se trata de $300.000 millones que pierde el Estado por la diferencia cambiaria. En el Gobierno advierten que, al mismo tiempo, las cuentas públicas tendrán una recaudación adicional por las retenciones y el impuesto a las Ganancias de estas liquidaciones récord. Pero, aunque el dato sirvió para apaciguar las pulsiones autonomistas de Patria Grande en la corta y heterogénea sábana del Frente de Todos, dichos ingresos extra no cubren la totalidad de esa pérdida.

Sergio Massa, ministro de Economía de la Nación.
Sergio Massa, ministro de Economía de la Nación.

Un histórico dirigente del BCRA, que respalda la medida, comentó a este medio que esto “no es tan así” y explicó: “Con esto el Central tiene una pérdida cuasi-fiscal, pero después lo compensa con ingresos que obviamente va a entrar en pesos”. Lo que el exfuncionario denomina “compensación monetaria” es lo que se tradujo justamente en estos días en una Letra del Tesoro que tomó el organismo rector del sistema financiero para cancelar esos $300.000 millones y mantener saneado su balance.

"Con la concesión que se hace con este dólar diferencial solo para el sector sojero, lo que se está haciendo es una transferencia de valor que la paga el Tesoro, porque después, por la otra ventanilla salen los dólares a $140 para importación”, ilustró Bona. “Dada la situación tan complicada y la necesidad imperiosa de conseguir dólares, esto parece estar siendo efectivo en ese sentido. Ahí hay una cuestión de hasta dónde es preferible sacrificar pesos financiados por el Tesoro, que es lo que estamos haciendo, a cambio de tener dólares que podrían llegar a evitar una devaluación”, opinó el docente de FLACSO.

¿Mal evitable o mal necesario?

Si bien el “dólar soja” incentiva la liquidación de la materia prima que venía acopiándose, la herramienta implica necesariamente un perjuicio para los que ya exportaron cuando correspondía y que, además, no tenían la espalda para aguantar la no liquidación. Así, los grandes productores se llevaron el jugoso “premio” y los pequeños la miraron por TV. “Finalmente ganaron los que retuvieron los granos y los están exportando ahora”, consideró Bona.

Pero más allá de eso, hay otro tema vinculado a la “injusticia sectorial”. Mal que le pese al Gobierno, no habría razones por las que pensar que el resto de los exportadores de otros sectores, al ver que se habilitó una cotización especial para los sojeros, no exijan de forma legítima subirse al carro de las CAM9. Sobre este punto, Bona advirtió: “Si otros sectores se acoplan, esta devaluación parcial se trasladaría. Y, si te dan más por exportación, eso también podría tener impacto en los precios internos”.

Otros creen que el Gobierno no cederá en esos reclamos porque tiene comprometido el camino con el Fondo Monetario Internacional (FMI), tanto en términos devaluatorios como en cuanto a las tasas de interés reales. La inflación tampoco debería preocupar si se pone el ojo en el financiamiento del Tesoro al Central para cancelar el “defasaje” de $60 por dólar. “Son papelitos que le transfiere el Tesoro al Central, y el Central le devuelve papeles también. No es que va a estar emitiendo billetes para eso, sino que va a tener una letra que diga que el BCRA le debe al Tesoro. En este caso estaría esterilizado el efecto”, descartó el economista del FLACSO. Es decir, si hay un impacto en precios, estará vinculado a costos, y no a una cuestión de emisión monetaria.

Sin embargo, la bomba inflacionaria que intenta desactivar el Gobierno tiene bastantes cables entrecruzados, por lo que cualquier movimiento debe ser cuidado. El “costo” del famoso dólar soja es relativo: no solo por estar atado a múltiples factores, sino porque también está atado a resultados. En clave bilardista, Bona afirmó: “Lo podes ver de ambas formas: como un mal necesario o como un mal evitable. Si la medida es efectiva y se estabilizan los precios, va a terminar siendo un mal necesario”.