Domingo a la noche en la Argentina, mañana de lunes en China. Mientras acá repasamos goles, los mercados del gigante asiático abren con una mala noticia para mercados como el nuestro: la moneda China se depreció 1,2% respecto al dólar, registrando su mayor movimiento en 11 años.

Es la respuesta China a los aranceles que Donald Trump anunció la semana pasada, corriéndose de los avances acordados con el gobierno chino, los cuales habían puesto paños fríos a la guerra comercial que llenaba de incertidumbre al contexto internacional.

La Argentina y los países de la región acusaron recibo desde el inicio de sus jornadas. El peso argentino superó los $46 antes de que se cumpla la hora de abrir la rueda; el riesgo país acompañó con una suba temprana del 4,1%, tocando los 866 puntos. El mercado en Argentina cerró con el dólar en $46,40 (+1,8%) y el riesgo país en 892 puntos (+7,25%), dando inicio a una semana que promete ser movida.

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Por su parte, el peso mexicano se depreció 1,38%, el real brasileño 1,34% y el peso chileno tuvo una corrección de 1,18%. De igual forma, las bolsas de la región retrocedieron: el IPSA chileno con una baja del 2,42%, el Bovespa  de 2,06%,  el IPC mexicano 1,35% y el Merval 1,6%.

Como venimos advirtiendo en El Canciller cada semana, la calma cambiaria local, apadrinada por el poder de fuego que el FMI le permitió al Banco Central vía reservas, no está blindada a cambios en el contexto internacional. Tras la intensa corrida cambiaria de 2018, USD 188.000 MM de deuda después y vencimientos exigentes en el horizonte, el perfil de riesgo argentino es el más complicado de la región.

Por ende, la revitalización de la tensión Estados Unidos –China es una prueba de fuego para la estabilidad de nuestra moneda y el comportamiento de nuestro mercado. Lo que la semana pasada era un clima de alivio por la baja de la tasa norteamericana, tras algunos tweets de Trump y con la devaluación china luego, se transformó ahora en el aire que respira un brigadista anti-explosivos cuando debe elegir entre cortar un cable rojo y uno verde. Y con un pequeño detalle: en seis días son las PASO en el país donde todas las semanas se juega la final de un mundial y en donde los años de elecciones aumenta la dolarización de carteras.

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Ahora bien ¿Por qué nos afecta la depreciación de la moneda china? ¿Qué podemos esperar para el resto de esta semana pre-electoral? Sobre eso intentará dar claridad esta columna.

Cuando hay sangre en las calles, compra propiedades

La devaluación china, como respuesta a los aranceles impuestos por la administración Trump, es un mensaje claro de que China puede jugar el mismo juego; al depreciar la moneda se abaratan los productos chinos, de forma que se compensa lo perdido por los aranceles. Esta incertidumbre da pie a una forma, una insinuación de "guerra de monedas”, en la que de no mediar acuerdos, los países involucrados pueden cantarse retruco hasta aburrirse.

Esto genera incertidumbre y propaga volatilidad en los mercados internacionales. Los inversores, en estos escenarios, se desprenden de títulos y acciones de países con alto perfil de riesgo (como los latinoamericanos, a la cabeza hoy la Argentina como riesgoso) y migran a activos más seguros (títulos de países que prometen menores tasas pero mayor solvencia, monedas duras, etc). Esto puede impactar en el mercado argentino de tres formas distintas a nivel general.

En primer lugar, acompañar la corrección cambiaria. Al devaluar China, los países que mantienen estrechos vínculos comerciales con la segunda potencia mundial (Argentina y Brasil) se ven obligados a acompañar la corrección de la moneda para que sus productos no pierdan terreno por competitividad-precio. Si bien los efectos sobre los productos comerciales no se ven de forma inmediata, es la señal que se da a los mercados (señal que no fue dada por Sturzenegger en abril de 2018 y desembocó en la "cosas que pasaron”) para mantener las paridades.

En segundo lugar, el posicionamiento de inversores internacionales en activos más seguros también le pone presión a los papeles locales y al tipo de cambio; esto deberá ser monitoreado de cerca durante la semana y el BCRA deberá moverse con precisión de cirujano para dar señales que mitiguen una corrida de pequeña escala.

Por último, de mantenerse la incertidumbre en el tiempo y no encontrar los canales diplomáticos para su encause, en caso de necesitar salir a los mercados para tomar deuda en meses siguientes, la tasa que debería enfrentar la Argentina sería mayor, dado su perfil de riesgo. Cuando la deuda es tan importante para el funcionamiento de la economía, es tan riesgoso el problema de que se cierren o encarezcan las canillas que prestan, como el hecho de tener problemas para pagar. De muestra alcanza un botón; nuestro 2018.

A esto hay que sumarle el ingrediente autóctono: la cercanía de las elecciones. En época electoral aumenta la formación de activos externos por parte del sector privado (la mal llamada fuga).

La dolarización está en un promedio de USD 2500 MM mensuales, acelerando el ritmo y se espera que cierre 2019 en USD 22.000 MM. Este mayor apetito de dólares también presiona el tipo de cambio y, como venimos explicando en estas columnas, afecta directamente al oficialismo un dólar que pierda la calma en el clima electoral ¿Alcanza el poder de fuego del BCRA para enfrentar tantos frentes? Ajedrez cambiario es lo que se ve en los meses que le quedan al año.

¿Qué esperar de la semana, que hará el BCRA?

El BCRA fue prudente en la jornada clave post-shock chino y acompañó a Brasil en la corrección del tipo de cambio. Subió la tasa de referencia (Leliq) y guarda poder de fuego para el resto de la semana. La operatoria de dólar futuro y las reservas son las herramientas que tiene a la mano para contrarrestar los efectos de esta situación.

Toda esta semana será una prueba de fuego, dada la tendencia del mercado argentino a sobre-reaccionar ante los shocks externos. Una economía aun frágil y expuesta debe mostrar orden en base al fenomenal apoyo que el FMI autorizó para amortiguar situaciones como estas.

Independientemente de los resultados que le deparan a esta semana, es importante señalar que una economía endeble y que "corre de atrás” con incertidumbre ante cada suceso externo no es sostenible; la política monetaria no puede dar previsibilidad en este marco y el sesgo reactivo solo acumula problemas para más adelante. Así como la semana pasada señalábamos la herencia y daños colaterales que deja la política de las Leliq, hoy no podemos dejar de señalar la fragilidad como gran alarma naranja de nuestra economía.

No es sostenible una política económica que se muestre en paños menores cuando China u otro marquen el PASO.