No hay más sorpresas. Este domingo Martín Guzmán clickeó enviar y la nueva oferta de reestructuración de la deuda entró en la casilla de la SEC, la comisión de valores de los Estados Unidos. La fecha límite para aceptar (o no) la propuesta del Gobierno quedó pautada para fines de agosto.

A las pocas horas de la enmienda que lleva la firma de Guzmán llegaron (algunas) buenas noticias. En tiempo récord, los tenedores de deuda Gramercy Funds Management y Fintech Advisory aceptaron la nueva propuesta del Gobierno argentino. Lo hicieron a través de un comunicado, al aclarar que "la sustentabilidad de la deuda es crucial para un crecimiento económico duradero, alto e inclusivo".

También el viento de cola llegó a la Bolsa. Las acciones y bonos argentinos registraron un pico de aumento del 20%. La expectativa, incluso, taladró el piso del riesgo país, con una caída del 5% en el primer día después de la oferta.

De la nueva presentación, la administración del Frente de Todos insiste con una premisa: esta vez sí será la última oferta. Lo expresó así el propio Presidente, quien el domingo aclaró que es el "máximo esfuerzo al que la Argentina puede llegar". Sin embargo, cuando se rastrean las declaraciones del propio jefe de Estado durante las primeras propuestas, las palabras eran las mismas.

Números

Pero si vamos a hablar de negociación, es imposible omitir los números. La oferta inicial de Argentina, allá por abril de este extraño 2020, equivalía a 41 dólares sobre una lámina de 100 (esto es, el valor de los nuevos bonos, con un plazo a 20 años, sobre el total de deuda con la referencia de 130 millones por año). Mientras tanto, al rechazar la primera propuesta, los acreedores exigían un valor a 70 dólares.

Es decir, entre las posiciones existía una diferencia de 75.400 millones de dólares.

Pero las charlas -y desplantes- continuaron y tanto el piso de los acreedores, como el techo del gobierno, se corrieron. Así, se supo que los bonistas podrían estirarse a 60 dólares, mientras que Guzmán ofrecería a 48. La diferencia, en ese entonces, era de 31.200 millones, en divisa norteamericana.

Ahora, Guzmán dice que se planta en 53,5. Ni un dólar más y ni un dólar menos.

En ese sentido, los bonistas pueden hacer una cuenta: de la primera oferta, allá por abril, a esta última propuesta, el ministro cedió 12,5 puntos. Lo que equivalen a 32.500 millones de dólares que el Gobierno decidió resignar.

"El acuerdo está cada vez más cerca", explicó Marcelo Elizondo, especialista en comercio exterior, quien vuelve a recordar que, ante este mismo medio, había asegurado que la primera oferta del Gobierno “no tenía razón de ser”. “El Presidente reconoce que el default es altamente riesgoso, por lo tanto, convino una contrapropuesta, la negociación giró en torno a esta última y no a la oferta inicial del Gobierno. Lo que vio el Gobierno es que sin acuerdo, se dispara la brecha del dólar y se complica el comercio exterior”, completó el economista de la consultora DGI.

Periodo de gracia e intereses, otros dos anzuelos

Pero los 32.500 millones que Guzmán resigna no son lo único que se cambió del texto inicial. Desde el Ministerio de Economía decidieron lanzar otros dos anzuelos: cambiar el período de gracia y modificar el pago de intereses. Del primer punto, la modificación es rotunda. En la primera oferta se proponía empezar a pagar los intereses en 2023. Es decir, que recién se abonaría la primera cuota al final del mandato de Fernández.

Con la propuesta actual, en cambio, se comenzará a pagar en septiembre del 2021. Sería semestral, el 4 de marzo y el 4 de septiembre, cada año.

Por otra parte, el cupón promedio de intereses se estanca en el 3,07 por ciento (la primera oferta era de 2,3 por ciento) y la quita promedio de capital se reduce de 5,2 a un "simbólico" 1,9 por ciento.

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Pese a estas cesiones, Guzmán, igual, podría colgarse dos medallas, en caso de llegar a buen puerto con los bonistas. En primer lugar, que los tenedores de deuda acepten una renegociación de casi el 50% (47%, para ser exacto) de la deuda, a la vez que, en los últimos regateos, haya ahorrado un total de 42.900 millones de dólares (la diferencia entre el primer piso, de 70, al ¿acuerdo? de 53,5 dólares).

Un monstruo de dos cabezas

Luego del "fracaso" inicial, en el equipo de confianza de Guzmán barajaron de nuevo y reordenaron la negociación en dos partes. Por un lado están los tres grandes tenedores de deuda (BlackRock, Exchange Bondholders Group y el dúo Fintech y Gramercy) y por el otro, los acreedores “independientes”, es decir, sin representación articulada. El esquema sería un 40/60 en relación a los títulos de deuda que se intentan renegociar.

El Gobierno hace cuentas y especulaciones. Si se llega a una acuerdo con los tres grandes grupos, habría que convencer un poquito menos de la mitad de independientes. Los restantes, razonan, no nadarían contra la corriente. La “pesca” de estos peces sueltos está a cargo de los dos bancos designados para colocar la renegociación: HSBC y Bank of America.

Y de los tres grandes grupos, el panorama es muy diverso. Abrochado el dúo Fintech y Gramercy -de buena relación con el Frente de Todos desde los títulos de deuda que había emitido Cristina Kirchner en sus últimos años como presidenta- los cañones apuntan a Exchange Bondholders Group. El tenedor de deuda había dejado circular, por varios medios, que la diferencia era “mínima”, entre sus pretensiones y el límite que exponen desde Economía. Sin embargo, desde mediados de junio que las conversaciones se estancaron, sin mucho más detalles. Al menos públicamente.

Para completar quedaría la negociación con BlackRock. Las charlas, cuentan distintos analistas, siguen siendo ríspidas y no son pocos los que anticipan que el tenedor de deuda guarda solo dos palabras para fines de agosto: no acepto.