Aguantó todo lo que pudo. Utilizó artilugios legales, soportó una acusación por enriquecimiento ilícito y encomendó su continuidad en el cargo al renacer de un equipo que todavía no logra hallar una identidad de juego. Pero finalmente, a 60 días del vendaval que se desató en la puerta del Camp Nou por el burofax que envió Leo Messi para pegar el -fallido- portazo, Josep María Bartomeu bajó la guardia y renunció a la presidencia del Barcelona. Una Comisión Gestora se hará cargo de la institución de forma inmediata y deberá llamar a elecciones durante los próximos 40 días.

Asediado por la votación de una moción de censura que iba a tener lugar este domingo, el empresario catalán no quiso ser despedazado en las urnas por los socios azulgranas y abandonó el barco antes de su hundimiento. Junto con él, también saltaron los otros miembros que quedaban de una Junta Directiva que alcanzó la gloria con el triplete en el 2015, pero luego fue perdiendo vigor paulatinamente hasta caer en desgracia en este 2020.

Si bien el 2-8 contra el Bayern en Lisboa desató una hecatombe y pavimentó su prematura dimisión, Messi le asestó el golpe final con su pedido de salida, que causó conmoción mundial. Es que aún con los desbarajustes institucionales y deportivos que afronta el club, cuesta imaginarse al astro argentino fuera del Barça. Desde enero, estará habilitado para negociar con cualquier entidad. Pero, como lo aconsejó su histórico compañero Gerard Piqué días atrás, "vendrá gente nueva", quienes podrían seducirlo con un proyecto a su altura para que culmine su extraordinaria carrera en el cuadro de sus amores.

En medio de la convulsión generalizada, una reflexión que realizó hace unos años Josep Guardiola ofrece un camino para explicar los errores del presidente y comprender la intención desertora de Leo. "Messi es irrepetible. Hay que esperar que no se aburra y hacerlo sentir cómodo. El club debe ser inteligente para fichar los jugadores adecuados para rodearlo y competir", analizó.

Sería despiadado atribuirle a Bartomeu la responsabilidad de los tres fracasos consecutivos en la Champions League. En Roma 2018 y Anfield 2019, el equipo llegó con tres goles de ventaja al partido revancha y naufragó por carencias propias. Pero si de "hacer sentir cómodo" al rosarino se trataba, el presidente falló en todo lo que estaba a su alcance.

La crisis comenzó en septiembre del 2019. En ese entonces, Messi le marcó la cancha por primera vez, cuando se cayó la Operación Retorno de Neymar. "Me hubiera encantado que viniera. A nivel deportivo es uno de los mejores del mundo y con él, a nivel de imagen y sponsors, el club hubiera dado un salto. Sinceramente, no sé si el Barca hizo todo lo posible para su regreso. ¿Si mando yo? Quedó demostrado que no es así", deslizó, con visible disgusto.

El cierre del año, con el equipo líder en La Liga y clasificado a los octavos en la de Campeones, aportó tranquilidad. Barcelona ambicionaba con una re-revancha de Roma y Anfield y tenía posibilidades de quedarse con el triplete. 10 días bastaron para que todo se echara a perder. La derrota -injusta- por 3 a 2 a manos del Atlético Madrid en la Supercopa de España terminó con el ciclo de Ernesto Valverde, quien contaba con un elemento esencial a su favor: el cariño de los jugadores.

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A Valverde lo echó la dirigencia, sin brindar muchas explicaciones. Hasta que el director deportivo -y excompañero de Messi- Eric Abidal encendió la mecha cuando declaró que "había un tema de comunicación interna entre el entrenador y el vestuario, muchos jugadores no estaban satisfechos ni trabajaban mucho".

Eso desató la furia de Leo, siempre mesurado en sus apariciones públicas. "Los responsables del área de la dirección deportiva deben asumir sus responsabilidades y sobre todo hacerse cargo de las decisiones que toman. Creo que cuando se habla de jugadores, habría que dar nombres, porque sino se nos está ensuciando a todos y alimentando cosas que se dicen y no son ciertas", sentenció en una historia de Instagram.

Los ocho errores de Bartomeu, el presidente que logró lo imposible: empujar a Messi fuera del Barcelona

Para suplantar a Valverde, la comisión directiva se inclinó por Enrique Setién, un entrenador que profesa la concepción futbolística del Barça pero no presentaba pergaminos que le dieran una espalda suficiente para hacerse cargo del plantel. Venía de realizar una campaña discreta con el Betis. Ante la lesión de Luis Suárez, Bartomeu dio luz verde al fichaje de Martin Braithwaite, un centrodelantero danés de trayectoria muy menor que tampoco dio la talla. Barcelona conformó el plantel más caro de Europa, con gastos por 392 millones de euros en la temporada 2019/2020.

A la turbulencia por los cambios en el equipo se sumó una escandalosa acusación hacia la dirigencia por contratar a una empresa -I3 Ventures- que gestionaba una serie de cuentas en diferentes redes sociales en las que se dedicaban a dañar la imagen de Messi, Gerard Piqué, Carles Puyol y otros ídolos del club. También apuntaron contra Antonela Rocuzzo y opositores al presidente. En cambio, esos usuarios halagaban a los miembros de la CD de Bartomeu, que no desmintieron el negocio con la compañía pero aseguraron desconocer los agravios a distintas glorias azulgranas.

Con la llegada del coronavirus, la desgastada relación con la cúpula directiva desmejoró. El club buscó rebajar los salarios del plantel para atenuar el impacto de la pandemia en las arcas de la institución y algunos dirigentes señalaron por lo bajo una supuesta negativa del equipo.

Messi volvió a responder, con enojo, por Instagram: "Queremos aclarar que nuestra voluntad siempre ha sido aplicar una baja del sueldo que percibimos, porque entendemos perfectamente que se trata de una situación excepcional y somos los primeros que SIEMPRE hemos ayudado cuando se nos ha pedido", escribió. "No deja de sorprendernos que desde dentro del club hubiera quien tratara de ponernos bajo la lupa", agregó. Unos días después del -nuevo- comunicado de Leo, seis dirigentes presentaron su renuncia indeclinable y solicitaron la realización de elecciones anticipadas.

La tensión se agudizó con los -evidentes- problemas de conexión entre Quique Setién, su ayudante Eder Sarabia y el plantel. Barcelona reinició La Liga un punto por encima del Real Madrid y acabó cinco unidades por debajo. Entonces, el capitán argentino lanzó una premonición: "No queríamos terminar la liga de esta manera pero marca cómo fue todo el año. La sensación del equipo es que intenta y no puede, que deja mucho que desear en muchos partidos. Fue muy malo todo, de enero para acá. Tenemos que cambiar muchísimo, sino el partido contra el Nápoles lo vamos a perder también".

Los ocho errores de Bartomeu, el presidente que logró lo imposible: empujar a Messi fuera del Barcelona

Barça pasó a Napoli porque tuvo a Messi. Y no mucho más. Convirtió un golazo, le anularon otro y forjó un penal que Suárez transformó en gol. El equipo viajó a Lisboa para disputar el Final Eight de la Champions y se volvió con un papelón histórico sólo asemejable en la contemporaneidad al 7-1 de Alemania a Brasil. Bayern lo ridiculizó, en un corolario que se ajustó a la realidad. Entonces, Bartomeu despidió a Setién y anunció el adelanto de las elecciones para marzo de 2021, cuando varias voces disidentes de la institución le pedían la renuncia. Por primera vez desde la temporada 2007/2008, los hinchas no pudieron festejar ni un título.

Apeló a la contratación de Koeman -aplomado para el cargo, convirtió el gol que consagró a los culés por primera vez en el torneo continental- para revertir una catástrofe sin precedentes. Pero enseguida le dio las llaves del club. El entrenador neerlandés le comunicó por teléfono a Suárez que no iba a ser tenido en cuenta para la incipiente temporada, además de señalarle el mismo camino a Arturo Vidal, Iván Rakitic y Samuel Umtiti. Vale recordar que el único dato destacable del Barcelona en el 2-8 de Lisboa lo firmó el artillero uruguayo: convirtió su gol 195 con la camiseta azulgrana, superó la marca de Ladislao Kubala y se transformó en el tercer máximo goleador en la historia del club, por detrás de su amigo Leo y de César.

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Por otro lado, mientras negociaba con la familia Messi, el Presidente fue notificado de una acusación por enriquecimiento ilícito que presentaron los Mossos d’Esquadra, la policía catalana. La denuncia es un apéndice del escándalo denominado Barçagate y se radicó ante el juez que lleva adelante la causa madre

Las suspicacias fueron en aumento cuando el ex vicepresidente Emili Rousaud denunció que “alguien metió mano en la caja“, en referencia al pago de un millón de euros realizado a la empresa mencionada. La policía de la Generalitat encontró en las oficinas del Camp Nou documentos que daban cuenta de sobreprecios de 600% en la operación, burlas al organismo de control y hasta despidos ficticios para gambetear la carga de las indemnizaciones.

Bartomeu asumió como vicepresidente de Sandro Rosell en 2010 y, tras la renuncia del entonces mandatario, se quedó con el cargo en 2014. Fue reelegido en 2015 con el 54% de los votos tras el triplete del equipo conseguido de la mano de la MSN. Todo marchaba bien en esa época. Pero, como advirtió Guardiola, se olvidó de hacer sentir cómodo a la leyenda.