Sin dudas que Adriano fue uno de los mejores delanteros de Brasil en la primera década de este siglo. Con un porte físico imponente, sumado a su gran técnica con la pelota y la potencia de sus remates, fue apodado el "Emperador". El goleador de raza que supo ser una de las grandes figuras del fútbol mundial, reveló su complicado presente alejado de todas las cámaras y los flashes y conmueve al mundo con su "carta a mi favela".

Tras convertir 177 goles en 379 partidos y ser dueño de una trayectoria que lo llevó a jugar en grandes equipos como Flamengo, Inter, Fiorentina, Roma, Parma, San Pablo, Corinthians, Athletico Paranaense y el seleccionado de Brasil, el exintegrantes de la "Verdeamarela" abrió su corazón y se sinceró: "Sé lo que se siente ser una promesa, una promesa incumplida".

"El mayor desperdicio del fútbol: yo. Me gusta esa palabra porque estoy obsesionado con desperdiciar mi vida. Estoy bien así, en un desperdicio frenético", subrayó el goleador en una desgarradora carta pública.

Adriano volvió a vivir a Vila Cruzeiro, el humilde barrio que lo vio nacer (Foto: redes sociales).
Adriano volvió a vivir a Vila Cruzeiro, el humilde barrio que lo vio nacer (Foto: redes sociales).

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Durante años, el "Emperador" fue señalado por sus supuestas adicciones a las drogas y al alcohol, y lejos de evitar el tema, precisó: "No consumo drogas, como creen. No soy un criminal, aunque pude haberlo sido. No voy a discotecas. Siempre voy al mismo lugar de mi barrio. Bebo cada dos días, sí. Y los otros días también. Bebo porque no es fácil ser una promesa que no se concretó". 

A la hora de reflexionar acerca de la fama a la que lo llevó su etapa como futbolista de elite, Adriano cuestionó: "Me llaman Emperador. Un tipo que dejó la favela para recibir el apodo de Emperador de Europa. ¿Cómo se explica? No lo entendí nunca". 

"Mucha gente no entendía por qué abandoné la gloria de los estadios para sentarme en mi antiguo barrio, bebiendo hasta el olvido. Porque en algún momento quise hacerlo, y es el tipo de decisión de la que es difícil retractarse. Hace muchos años que vivo en Barra da Tijuca, una zona elegante de Río. Pero mi ombligo está enterrado en la favela Vila Cruzeiro", describió. 

Siguiendo la misma línea, explicó los motivos por los que decidió volver al lugar que lo vio nacer: "Lo único que busco en Vila Cruzeiro es paz. Aquí camino descalzo y sin camiseta, en pantaloneta. Juego al dominó, me siento en el cordón de la calle, recuerdo mi infancia, escucho música, bailo con mis amigos y duermo en el andén. Solo quiero estar en paz y recordar mi esencia". 

Por último, dejó al descubierto su depresión tras la muerte de su padre, la que aún no pudo superar: "Lo veo en cada uno de estos callejones. Por eso sigo volviendo aquí. Aquí me respetan verdaderamente. Aquí está mi historia". "Vila Cruzeiro no es el mejor lugar del mundo, Vila Cruzeiro es mi lugar", selló sobre su más honesta realidad.