Quiénes son los nuevos representantes que manejan el fútbol argentino
Mientras la AFA y Superliga atraviesan enero entre acusaciones cruzadas por una disputa de poder que tiene a la Selección Argentina de trasfondo, el mercado de pases del fútbol argentino está en plena ebullición. Con River Plate y Boca Juniors como actores de reparto, la llegada de Ricardo Centurión a Vélez y el regreso a las canchas de Daniel Osvaldo para apuntalar la ofensiva del Banfield de Julio Falcioni se han robado los primeros días del 2020. La novela en torno al arquero de San Lorenzo aún persiste. Tras la negativa de Rosario Central para vender a Jeremías Ledesma, sonaron Augusto Batalla, Oscar Ustari, Guido Herrera y Juan Pablo Carrizo, aunque el camino está allanado para que Fernando Monetti retorne al club.
Como es habitué en todos los períodos de fichajes, varios clubes pugnan por los derechos de determinados futbolistas. Jonathan Herrera, el delantero de Central Córdoba de Santiago del Estero que fue goleador en todas las categorías del ascenso, por estas horas dirime su futuro entre su equipo actual, Independiente o Vélez. En el medio de los llamados telefónicos y las negociaciones, quienes se relamen son los representantes de los jugadores.
Hace tiempo su injerencia es cada vez mayor en el territorio doméstico. Christian Bragarnik, se sabe, es su mejor exponente. El empresario ha construido un imperio, que cimentó a fines de la década del 2000 en Defensa y Justicia y Godoy Cruz y extendió a instituciones extranjeras. Un mes atrás concretó su proyecto más ambicioso: se convirtió en el principal accionista del Elche, una entidad española que milita en la segunda división. Representa a Diego Maradona, Eduardo Coudet, Diego Cocca, Diego Dabove y Sebastián Beccacece, entre otros entrenadores. Asesora a Darío Benedetto, Marcelo Barovero, Carlos Sánchez e Iván Marcone. Tiene relación fluída con Víctor Blanco y Daniel Angelici. Dejó de ser un intermediario en operaciones de compra y venta entre las instituciones y se erigió como uno de los hombres más poderosos del fútbol nacional.
No es que haya sido el pionero (Settimio Aloisio, Gustavo Mascardi y Guillermo Cóppola obraron con profesionalidad), pero supo entrometerse como ningún otro en el avance del negocio del fútbol, que es mucho más grande que en aquellos tiempos. Aunque ahora tiene otros competidores. Entre los múltiples colegas que habitan el terreno local, Juan Cruz Oller cobró mayor relevancia en los últimos días. Él estuvo detrás de la decisión de Israel Damonte de intercambiar los botines por el buzo de DT de Huracán. El mediocampista central, a sus 35 años, se hará cargo del plantel del que hasta hace unos días era parte.
Pero además Oller está gestionando la venta de Leonel Di Plácido -de gran temporada en Lanús- al Almería de España. Y el traspaso del defensor lateral surgido en All Boys, Nehuén Paz, del Bologna al Hellas Verona. San Lorenzo, como ya se mencionó, está en búsqueda de un arquero que compita con el histórico Sebastián Torrico; el empresario se encargó de acercar -nuevamente- a Monetti al radar azulgrana.
Hay más. Pablo Lavallén, promisorio entrenador que hizo un destacado papel en Atlético Tucumán y comandó a Colón a la histórica final de la Copa Sudamericana, está sin club y bajo la representación de Oller. También Pablo De Blasis, aquel mediocampista ofensivo que creció en Ferro y Gimnasia de La Plata y brilló durante cuatro años en el Mainz 05 de la Bundesliga hasta emigrar esta temporada al Eibar de España. Iván Morales, el goleador de Colo Colo y la Selección de Chile es otra de las figuras a las que asesora el Grupo Oller. En el territorio nacional, aparecen José Pepe Sand, Federico González y Carlos Auzqui, aunque sobresale la injerencia en los futbolistas juveniles: son seis los jugadores del sub 20 que están bajo su ala.
Oller es el único representante que hizo el curso de director deportivo en la Real Federación Española. Al igual que Bragarnik, se ha mostrado a favor de las Sociedades Anónimas Deportivas en los clubes en reiteradas ocasiones. En una entrevista con La Oral Deportiva, afirmó que “un club que asciende a Primera necesita estar gerenciado, si no, no puede mantenerse”. “Cristian Malaspina le cambió el nombre al estadio y eso ya se ve hace 15 años en Europa. El mundo cambió, no sirve tener el nombre del estadio con el nombre de un ídolo”, lanzó, en referencia a la cancha de Argentinos Juniors, que en 2018 fue renombrada como Estadio Autocrédito Diego Armando Maradona.