Disciplina, intensidad, dinámica y prestancia. Son tan solo algunos de los adjetivos que bien sirven para describir a este Bayern Munich campeón de Europa al que no le faltan argumentos para sentarse en una discusión de café en la que se postulen los mejores equipos de la historia.

La criatura que engendró Hans-Dieter Flick es un fiel retrato de la filosofía alemana. Una máquina donde todas las piezas encajan a la perfección. Por eso, no sorprende que sea récord: es el primero en conquistar la UEFA Champions League con un pleno de triunfos, un ítem que ninguna institución había logrado tachar desde que se creó la competencia de clubes más importante del mundo. 11 de 11, sin oposición alguna. Brutal.

FOTO AFP.
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La supremacía de los teutones es tan abrumadora que cualquier estadística dura queda corta para graficar lo que transmite en la cancha Todos corren, juegan, intercambian posiciones y se involucran en la recuperación de la pelota. Es un elenco que tiene como primer mandamiento anticiparse a lo que pide la jugada.

Desde el magistral Manuel Neuer, que oficia de líbero ante cada pelotazo rival y se convierte en muro cuando algún compañero se distrae, hasta la asfixiante presión en bloque en cada sector del campo, los integrantes reflejan un compromiso inclaudicable. No sólo construyó una mentalidad ganadora: su apetito voraz desanima a quien se le ponga en frente.

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Este Bayern hexacampeón de Europa, que volvió a conseguir el triplete de Liga, Copa y UCL como en 2013 (único, junto al Barcelona, que lo logró en dos oportunidades) no se retira derrotado de un estadio desde diciembre del 2019. Ganó sus últimos 21 partidos y está a sólo una victoria de igualar la mejor racha de cualquier club de las 5 grandes ligas -el Real Madrid, en 2014, hilvanó 22 alegrías-. Completó 43 goles en los 11 encuentros de la Champions, con un promedio de 3,91 por cada presentación, el más alto en la historia. La opulencia colectiva se exhibe en cada acción ofensiva: suele atacar con siete u ocho jugadores.

Si de gritos se trata, Robert Lewandowski también se encargó de rubricar una plusmarca para la posteridad. Es el primer jugador en ganar el triplete a nivel colectivo y terminar como artillero de las tres competencias (en esta Copa de Europa, fueron 15 en 10 partidos). En una temporada que no tendrá Balón de Oro, es candidato a quedarse con el premio The Best que sí otorgará FIFA.

Robert Lewandowski. FOTO AFP.
Robert Lewandowski. FOTO AFP.

Bayern es un Señor Equipo que también destaca por sus individualidades. Además de la capacidad goleadora del polaco y el cerrojo que constituye Neuer bajo los tres palos, Thiago Alcántara es uno de los futbolistas más completos del planeta. Todo el juego pasa por sus pies. Piensa, ordena y es extraño verlo fallar un pase. Director de orquesta, cual Xavi en el Barcelona de Pep Guardiola. Se despide de Alemania con uno de los mejores partidos de su carrera: todo indica que en unos días se sumará al Liverpool de Jürgen Klopp.

Alphonso Davies, lateral izquierdo -con 19 años, es de los mejores en su puesto-, actúa como extremo. Joshua Kimmich sale como defensor por la derecha pero pisa el área en la mayoría de las jugadas como un volante interior.

Así llegó el gol. Thiago limpió para Serge Gnabry por derecha, Thomas Müller -incuestionable, aparece siempre en la foto ganadora- pivoteó para Kimmich y el polifuncional alemán le puso la pelota en la cabeza a Kingsley Coman: despiadado será el destino para el PSG, que el jugador que lo sentenció fue el más joven en debutar con la camiseta parisina (con 16 años, cuatro meses y ocho días, allá por 2013).

Kingsley Coman festeja el gol que decretó la final. Debutó con la camiseta de PSG en 2013. FOTO AFP.
Kingsley Coman festeja el gol que decretó la final. Debutó con la camiseta de PSG en 2013. FOTO AFP.

Hans-Dieter Flick merece un párrafo aparte. De 55 años, el arquitecto de esta aplanadora, quien fue asistente técnico de Joachim Löw en el Mundial 2014, asumió en noviembre de 2019 como entrenador interino, luego de que la CD despidiera al croata Niko Kovac. No dirigía un plantel profesional desde 2005, cuando fracasó en su intento por ascender al Hoffenheim a la segunda división alemana.

Sus números son demoledores: disputó 36 partidos, ganó 33, empató uno y perdió dos. En Alemania, glorias del club le destacan que sabe cómo llegarle a los jugadores desde un lado humano. En el seleccionado se ganó la confianza de Neuer, Jerome Boateng y Müller, referentes del Bayern actual. Administrar de forma genuina los egos de una constelación de estrellas como la del conjunto bávaro sobresale como un activo sustancial para quien pretenda ser cabeza de grupo.

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El PSG fue un dignísimo contendiente. Despilfarró opciones clarísimas en la primera mitad y los teutones no se lo perdonaron. Con Neymar apagado, Ángel Di María se encargó de gestionar chances nítidas que Kylian Mbappé no logró capitalizar. Incluso Marquinhos contó con un mano a mano inmejorable salvado por el inexpugnable Neuer.

La final fue tan entretenida que ni siquiera hubo lugar para cuestionar la performance del árbitro o la actuación -por acción u omisión- del VAR. Saludable noticia para los tiempos que corren. Vale la aclaración: el conjunto de Flick apeló a cortar con faltas ante cada salida de Mbappé y Neymar y en más de una ocasión mereció mayor severidad del juez italiano.

Los más de 1.300 millones de euros que invirtió en la entidad parisina desde su asunción como presidente en 2011, no le alcanzan todavía al presidente qatarí Nasser Al-Khelaifi para cumplir con su sueño de levantar la Champions. La maldición de los equipos franceses en las competencias continentales continúa latente. De las 12 finales disputadas entre Liga de Campeones y Europa League (ex Copa de la UEFA), sólo el Olympique de Marsella salió victorioso, en la UCL de 1993. Los 11 partidos restantes terminaron en derrota.

El grito de desahogo también seguirá atragantado para los futbolistas argentinos. Los últimos cinco campeones de la Champions no tuvieron representantes nacionales en sus filas. Lionel Messi y Javier Mascherano fueron los últimos que celebraron el máximo título del Viejo Continente, en 2015, con Barcelona. No existió sello albiceleste en el tricampeonato del Real Madrid de Zinedine Zidane, tampoco en el Liverpool de Klopp. Menos que menos en este Bayern récord que, dentro del terreno de juego, enaltece la filosofía alemana.