Volvió todo a la normalidad. Se demostró, una vez más, que el karma de Gallardo con los campeonatos locales está lejos de resolverse de manera favorable pero que, en los momentos realmente calientes, River da la cara y que nunca hay que darlo por muerto.

Eso es lo que hicieron con el Millonario: pensaron que estaba fusilado, rendido. Y lo hicieron basándose en las matemáticas, no en el fútbol: como Boca le lleva 23 puntos, lógicamente iba a arrasar en la Supercopa. Eso sí, se olvidaron el detalle de que, fin de semana tras fin de semana, el equipo de Guillermo Barros Schelotto juega un poco peor y que solamente puede ser puntero durante un año en un fútbol tan mediocre como es el nuestro, le duela a quien le duela.

No es casual el mote de Napoleón que se ganó el entrenador del actual Supercampeón: Gallardo es un apasionado de la vida y obra del conquistar francés, así como del libro "El Arte de la Guerra”, de Sun Tzu.

"Conoce al enemigo y conócete a ti mismo y, así, saldrás triunfador de mil batallas”, escribió el estratega chino en el 500 antes de Cristo. Más de 2.500 años después, el entrenador de River empleó esa misma táctica para derrotar al que, se supone, es el mejor equipo del fútbol argentino.

Gallardo lo tenía claro, mucho más que todos nosotros. Sabía que iba a ser imposible pretender buen juego de un equipo que lleva 8 meses de malaria futbolística, entonces se dedicó a anular las fortalezas de Boca: Nacho Fernández tapó a Cardona, Enzo Pérez a Nández, Mora la rompió en el mano a mano con Fabra y el Pity Martínez molestó a Pablo Pérez, a quien el más mínimo roce ya lo saca mentalmente del partido.

Pero con eso no alcanzaba. Cuando todos dábamos por hecho de que Martínez Quarta iba a ser el acompañante de Maidana, otra vez pegó el volantazo: Pinola (posiblemente el central del fútbol argentino que mejor marca a los delanteros rivales que juegan de espaldas) para anular a Tevez y listo. Que la tengan mucho los centrales, Barrios y Pablo Pérez, pero lejos de la zona de influencia.

Dos asteriscos más que dejó el partido. El primero, referido a la Selección: ¿cuánto más son Guzmán, Willy Caballero y hasta Romero que Armani? ¿Pablo Pérez (que en el fútbol argentino tiene permitido hacer lo que quiera sin que los árbitros hagan nada más que sacarle una amarilla) está preparado mentalmente para jugar un Mundial? Y lo más importante: ¿cuántos partidos importantes jugó bien Pavón desde que arrancó su carrera en Boca? ¿Tiene lo necesario para ser titular en Rusia?

La otra salvedad es sobre el rival y los títulos de Gallardo: la Sudamericana no valía porque Funes Mori pegó una patada; la Libertadores no cuenta porque los hinchas de Boca decidieron que el partido contra ellos no terminara; las Copas Argentinas no sirven porque "no se jugó contra nadie” (como si los otros grandes hubieran quedado afuera con el Barcelona, Real Madrid y Bayern Munich)… ¿qué excusa encontrarán para descalificar esta Supercopa?

Nuñez está de fiesta, River es carnaval. Mientras tanto, el resto que la cuente como quiera. Y que sigan llorando.