Luego del maravilloso gol de Ignacio Scocco, que con un furibundo derechazo selló el triunfo millonario y sepultó las ilusiones de Boca Juniors en un nuevo Superclásico, la memoria del hincha de River instantáneamente se desplazó hacia el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza.

En aquel escenario, el 14 de marzo de este año, el delantero había sentenciado la Supercopa Argentina con una media vuelta que dejó sin respuestas al arquero xeneize Agustín Rossi. Lo hizo a los dos minutos de haber ingresado al campo de juego, en reemplazo de Lucas Pratto.

Esa noche, River se había puesto en ventaja en la primera parte con un tanto de Gonzalo Pity Martínez, de penal, y el segundo tiempo lo descubría agobiado ante los constantes embates de Boca, que comenzaba a erigir prematuramente la figura de Franco Armani.

Sin embargo, en un contragolpe letal nacido de la velocidad y la dinámica de Nacho Fernández, el artillero despejó cualquier fantasma y encaminó la histórica consagración del conjunto de Núñez frente al rival de toda la vida.

Más de seis meses después, en La Bombonera, el déja vú invadió las conciencias riverplatenses. La fórmula fue idéntica: Pity Martínez abrió el marcador -esta vez, con un golazo-, la segunda mitad encontró a Boca agazapado, buscando la igualdad, y a los 20 minutos Marcelo Gallardo decidió ejecutar la fórmula mágica.

El ex delantero de Newells reemplazó nuevamente a Lucas Pratto, y cuatro minutos después liquidó el clásico con un gol de antología.

Curiosamente, Rossi volvía a custodiar el arco de Boca después de largo tiempo, a raíz de la lesión sufrida por Esteban Andrada. Y una reminiscencia dulce le sacó una sonrisa enorme al hincha de River.