Una de las principales preocupaciones del Gobierno nacional es el consumo interno. Desde hace diez meses, los indicadores no paran de arrojar cifras alarmantes, que son el correlato de los altos índices de inflación y la recesión económica que afecta al país. El desplome en las ventas de los supermercados -en abril cayeron 6,4% respecto a marzo- es el reflejo más claro.

En este contexto, buscar en las góndolas productos de segundas y terceras marcas para amortiguar el impacto sobre el bolsillo se volvió una conducta habitual en los consumidores.

En las últimas semanas, una discusión que contrapone dos tipos de alimentos ganó terreno en la agenda pública: la leche vs. las "bebidas lácteas" o "bebidas a base de leche". Ambos están en las góndolas y son presentados de forma casi idéntica al público. Los productos elaborados a base de leche cuestan un 50% menos y se muestran como un método de ahorro. Sin embargo, no son lo mismo que la leche.

Tres meses atrás, el Ministerio de Agroindustria bonaerense suspendió un producto de la empresa láctea La Suipachense, por inducir al error del consumidor al promocionar su bebida láctea con el rótulo "alimento lácteo", como si fuera leche.

En paralelo a la resolución, el vicepresidente de la compañía habló con Página 12 y defendió el producto: "Somos una opción de mercado para la clase media baja que no puede pagar un litro de leche a 45 pesos. ¿Cumple las necesidades básicas? Sí las cumple. ¿Es lo mismo que la leche? No, pero se asemeja bastante a lo que se necesita para alimentarse. Nosotros también hacemos leche de primera calidad, pero hay mucha gente que no la puede comprar. En esta situación, como alternativa, éste es un producto que en la góndola vale 23 pesos".

¿Qué dice la ANMAT sobre los dos alimentos en cuestión? Un producto puede llamarse leche cuando se obtiene del ordeño de la vaca lechera y cuando no posee aditivos de ninguna especie. En cambio, en las bebidas lácteas, los ingredientes de origen lácteo -leche y/o leche reconstituída- deben ser como mínimo del 51% de la totalidad de los componentes del producto. Y deja en claro: "El envase de estas bebidas lácteas no debe contener imágenes o leyendas que sugieran que se trata de leche y en la cara principal del rótulo se debe declarar la leyenda: 'No es sustituto de la leche'".

El Canciller consultó con una especialista en rotulado de alimentos, quien explicó que la etiqueta de bebida láctea fue creada para "darle un marco legal a un mix de café y leche, licuados, bebidas saborizadas con frutilla o alimentos que no tuvieran la suficiente cantidad de leche como para llamarse leche chocolatada".

En este sentido, aclaró que quienes elaboran este tipo de bebidas "tienen que cumplir con ciertos parámetros de calidad" y que el rótulo se puede usar para envasar productos que "no están hechos a base de leche, sino a base de derivados de leche".

Un informe de la Fundación Soberanía Sanitaria alertó sobre las diferencias que significa consumir un alimento u otro. "El consumo de estos productos [bebidas lácteas], con precios significativamente más bajos, impacta en la salud de la población al privarla de la ingesta de ingredientes que, a diferencia de la leche, no están contenidos en estos alimentos alternativos".

El mes anterior, un relevamiento de la consultora Scentia indicó que las ventas de los productos que integran la canasta básica se había derrumado 8,7% interanual, configurando la mayor baja mensual desde el año 2002.

En medio de la crisis económica, la Fundación Soberanía Sanitaria indica: "Para una familia con dos niños, con un consumo de un litro diario de leche, comprar el alimento lácteo a base de leche implica al finalizar el mes un ahorro de alrededor de $270, en comparación con la compra de la leche más económica del mercado, y de $740 si se compara con las leches más caras".

Pero así como difieren en el precio, también se oponen por la calidad de sus nutrientes.