El grito de justicia en Tribunales: prisión perpetua para el asesino de Diana Sacayán
Un grito que sacudió el palacio de Tribunales ante la mirada inexpresiva de un hombre de 25 años que acaba de ser condenado a prisión perpetua. Así se vivió la condena por el travesticidio de Diana Sacayán, la líder y militante trans asesinada en octubre de 2015.
Por primera vez, un tribunal aceptó la figura de odio a la identidad de género, lo que hace de esta condena un hito en el sistema de administración de justicia argentino. Así lo habían reclamado los fiscales Ariel Yapur y Mariela Labozzetta, de la titular de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM). Así lo había exigido la abogada que representó a la familia de Diana durante la causa y también el querellante que representaba al INADI, lugar en el que trabajaba Sacayán.
Gabriel David Marino llegó a juicio acusado por "homicidio triplemente agravado por haber sido ejecutado mediando violencia de género, por odio a la identidad de género y con alevosía”. El debate se postergó en varias oportunidades y hasta tuvo un cambio de fiscal cuando llegó a la etapa de juicio. Durante las audiencias, amigas y familiares de Diana se presentaron y expusieron ante los jueces Adolfo Calvete, Ivana Bloch y Julio Báez lo importante que fue (y es) Diana para el movimiento travesti y trans, sus logros y sus batallas.
A Diana Sacayán la atacaron: la golpearon, la ataron de pies y manos, la amordazaron y la apuñalaron 13 veces con un cuchillo de cocina.
Dos de estos jueces fueron los que, por mayoría, consideraron que Marino cometió el asesinato con violencia de género y por odio a la identidad de género de Diana. Los argumentos, el porqué de la condena, se sabrán el 6 de julio. Una cámara que lo filmó cuando estaba por entrar al edificio de Rivadavia al 6700; el relato del encargado de seguridad que vio cuando Diana bajó y le dio un beso en la boca, una huella digital en el cuarto donde fue asesinada Diana; su ADN debajo de una sus uñas, son algunas de las pruebas que la fiscalía mostró en contra de Marino.
Como lo sostuvo su familia desde el comienzo de la investigación, el acusado, junto con otro hombre que todavía no fue identificado, estuvieron en la casa de Diana aquella noche. Cerca de las tres de la mañana los dos la atacaron: la golpearon, la ataron de pies y manos, la amordazaron y la apuñalaron 13 veces con un cuchillo de cocina. Para salir, forzaron la cerradura y escaparon dos minutos antes de las cuatro de la mañana. Esa secuencia, la de la huida, fue tomada por una cámara de seguridad.
Marino se mantuvo durante el debate como si no le importara estar en una sala de audiencias. En algunas audiencias se rió mientras que en otra pidió justicia por Diana cuando aseguró que él nada había tenido que ver con el travesticidio. El mismo Marino que se desvinculó del hecho fue el que, durante la instrucción de la causa, dijo que vio el ataque porque estaba dentro del departamento pero que no pudo hacer nada porque estaba "re drogado”. "Yo no tengo nada que ver, estoy escrachado por todos lados por asesinar a un puto", había considerado.
Lautaro. Así se había presentado Marino ante Diana. Se conocieron en un centro de adicciones un mes antes del asesinato. Ella lo había presentado ante sus amigas. Él iba seguido al departamento.
"Está claro que el ataque estuvo orientado en afectar a la víctima en los lugares que conforman su identidad como mujer travesti", señaló el fiscal Yapur para explicar las heridas en los pechos, en los gluteos y cómo le deformaron la cara a Diana. Los homicidios por odio son siempre brutales y, en el caso del colectivo LGBTI, tienen un nivel altísimo de violencia y crueldad.
Fiscal Ariel Yapur: "Está claro que el ataque estuvo orientado en afectar a la víctima en los lugares que conforman su identidad como mujer travesti".
"¿Si le hicieron esto a Diana, cómo no voy a tener miedo yo de salir a la calle?", se preguntó en el debate una de sus amigas travesti. Todas las personas que pasaron por el sexto piso del palacio hablaron de los logros de Sacayán, de su temple pero también de su alegría y de su búsqueda de amor.
Lohana Berkins, activista y defensora de los derechos de las personas trans y travestis, murió en febrero de 2016. Declaró en la investigación pocos días después del crimen y recordó el día que conoció a Diana en una comisaría. Le habló de la lucha que debían encarar y desde ese momento quedaron conectadas. Antes de los alegatos, se leyó su testimonio, casi a modo de homenaje.
En el juicio quedó expuesta la estigmatización y la situación de peligro y vulnerabilidad que vive el colectivo travesti. Son las menos las que pueden acceder a un trabajo por fuera de la prostitución. Muy pocas las que logran terminar su escolarización. Casi ninguna puede ir a un hospital sin ser discriminada. Todas pasaron por un episodio de violencia (desde insultos hasta asesinatos). La expectativa de vida del colectivo travesti es de 35 a 40 años. Diana tenía 39 años cuando Marino la asesinó.