Los profesionales de la salud están más expuestos al contagio del COVID-19 por sus labores, en especial los odontólogos que atienden a los pacientes a menos de 40 centímetros de distancia. La mayoría son monotributistas, y debido al aislamiento obligatorio hubo muchos que tuvieron que cerrar sus consultorios, aunque otros continúan atendiendo pero solo pueden hacerlo en casos excepcionales de urgencia.

Para quienes siguen ejerciendo ante esta situación, algo que por ejemplo sucede en la guardia de la Facultad de Odontología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), se recomienda que haya ventilación, mucha limpieza y pocas personas en el consultorio. Además los odontólogos deben usar cofia (arriba del ambo) y barbijo descartables, protección para los ojos y guantes de un solo uso. Solo se puede tocar con los guantes lo necesario para evitar la contaminación.

"Estoy intentando comprar las pantallas de acetato en el país para protegerme cuando vuelva a atender", explica a El Canciller la odontóloga Rosa Cufalis. Y agrega: "Siempre quise conseguirlas pero eran muy caras e importadas, osea que nunca las pudimos comprar. Desde los´80 hubo problemas de contagio en la profesión,  por eso es importante cubrirnos la cara y también el resto del cuerpo".

La docente de posgrado de la Facultad de Odontología de la UBA, Liliana Ferrari en diálogo con El Canciller, considera que "no hay barbijo ni pantalla que puedan evitar el contagio". También su rol como profesora se vio afectado: "El coronavirus produjo la cancelación de los cursos programados hasta nuevo aviso".

A diferencia de lo que sostiene Ferrari, el odontólogo Marcelo Lejido, de 54 años, indica a El Canciller que "van a haber grandes cambios en la profesión, entre ellos mayores barreras de protección como el uso de máscaras".

Sin trabajo

"Me voy a tomar un tiempo prudencial hasta fines de junio. Mis pacientes ya lo saben porque esto va para largo", sostiene a sus 63 años Ferrari. La odontóloga es responsable inscripta y no puede trabajar en los dos consultorios donde atiende, ubicados en la Ciudad de Buenos Aires y en la zona norte del conurbano bonaerense.

Hasta el jueves 19 de marzo trabajó, aunque esa semana atendió menos pacientes de los habituales, que son más de 10 por día. Cufalis es monotributista y no sabe cuando va a volver a abrir su consultorio ubicado en el barrio porteño de Congreso, dado que está muy preocupada por el alto nivel de contagio y porque integra el grupo de riesgo. "Estoy usando ahorros pero a este paso todo se gasta", sostiene la odontóloga egresada de la UBA.

Como Cufalis, el especialista en prótesis Marcelo Lejido también es monotributista: "Si no facturo no puedo vivir". Lejido trabaja en una clínica en la Ciudad que está cerrada por el aislamiento obligatorio. "No uso ahorros, pero pago menos de tarjeta de crédito y el dinero lo uso para comer, pero no sé cuánto tiempo más lo voy a poder seguir haciendo", explica.

Urgencias

"Las urgencias nunca las cobro porque después la persona vuelve a terminar el trabajo, pero durante la cuarentena no las atiendo", explica la especialista en implantes Cufalis. A su vez, considera que "los servicios odontológicos de los hospitales que atienden las urgencias van a colapsar". 

Por su parte, la odontóloga y docente Liliana Ferrari durante el período de la cuarentena atendió solo dos urgencias. "Somos el grupo de riesgo más complicado por la cercanía con el paciente, ya que al inspirar y exhalar largan partículas", explica la especialista en ortodoncia.

Desde una de las prepagas más importantes del país explican que solo atienden urgencias en las clínicas que brindan guardias. Las recetas digitales están habilitadas para indicar medicamentos, pero no así para hacer consultas odontológicas de forma virtual ni con turno programado. 

Durante la cuarentena hubo casos urgentes como una señora internada en un geriátrico que se le rompió la prótesis completa, lo cual le impedía comer y fue urgente su atención. Antes del traslado del paciente la prepaga le consultó si estuvo en lugares de riesgo o en contacto con personas contagiadas, entre otros situaciones de exposición al virus.

Asistencia ante la incertidumbre

La Asociación Odontológica Argentina reconoció que "la odontología resulta una de las profesiones con más alto riesgo de exposición al virus". Y al igual que los profesionales consultados, el organismo sostiene que los productos odontológicos usados normalmente, como es el caso de los aerosoles, son "contaminantes de saliva y sangre".

Los aerosoles pueden permanecer entre 30 minutos y 2 horas en el consultorio. Además destaca que la vida media en el acero es de 5,6 horas y en el plástico es de 6,8 horas. Todo depende de la temperatura y de la humedad que haya en el lugar.

Algunos organismos que regulan el ejercicio de la profesión hicieron distintos pedidos a los Ministerios de Salud, Economía y Trabajo por la situación compleja que atraviesan los odontológos. Inclusive la Confederación Odontológica de la República Argentina y la Federación Odontológica de la Ciudad de Buenos Aires le enviaron cartas al presidente Alberto Fernández. En miras de prorrogar vencimientos, impuestos y créditos; descuentos en el pago de cargas sociales; y créditos para abonar los sueldos.