100 días de cuarentena en la Ciudad: bajó el ruido hasta un 36% y la contaminación del aire al 50%
El impacto positivo en el medio ambiente es consecuencia del menor uso del transporte, aunque sea transitorio. Qué políticas públicas sustentables se necesitan.
El lado B del aislamiento obligatorio y de la pandemia es el impacto positivo en el medio ambiente. El "respiro" a la madre tierra visibiliza la necesidad de un mayor cuidado que termine con la contaminación, las emisiones de gases y el cambio climático.
La menor cantidad de tráfico vehicular impactó de forma positiva en la contaminación del aire en la Ciudad: disminuyó el 50% durante mayo, con respecto al mismo mes del año anterior. El dato surge de un monitoreo satelital europeo Sentinel-5 panalizado por Greenpeace.
Eso mismo lo comprobó, al comienzo de la cuarentena, la Secretaría de Ambiente de la Ciudad de Buenos Aires, a través de la Agencia de Protección Ambiental al relevar los parámetros de contaminación atmosférica. Las mediciones se tomaron en las estaciones de control atmosférico ubicadas en La Boca, Rodríguez Peña y Avenida Córdoba y Parque Centenario.
El informe registró que los valores de Monóxido de Carbono (CO), Óxidos de Nitrógeno Totales (NOx), Dióxido de Nitrógeno (NO2) y Material Particulado menor a 10 micrones (PM10) bajaron casi un 50%, comparándolo con el mismo período de 2019.
Pese a que las cifras, el Director de Proyectos de la Fundación Expoterra, Gustavo Rinaldi aclara que "las mejoras ambientales percibidas durante la cuarentena son transitorias", lo cual es avalado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
"El aislamiento no es un tratamiento para el problema climático y la contaminación", sostiene Rinaldi, de Fundación Expoterra.
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Menos ruido
Desde el inicio del aislamiento y hasta los primeros días de abril se registró la reducción de niveles sonoros, "que van desde un 16 a un 36% para los valores diurnos”. El estudio también lo hizo la Agencia de Protección Ambiental.
Las mediciones se hicieron los días 25, 26 y 27 de marzo y 6, 7, 8, 9 y 10 de abril.
El relevamiento se realizó en seis puntos de la Ciudad considerados “estratégicos” por ser “lugares en donde la incidencia del ruido es alta y proviene de diversas fuentes sonoras”. Los lugares elegidos fueron Carlos Calvo 1600, Adolfo Alsina 1100, Av. del Libertador 6800, Bonifacio 3000, Quito 4200 y Billinghurst 200.
Para saber si disminuyó el ruido, los datos fueron contrastados con el Mapa del Ruido que tiene valores de referencia. Los niveles de ruido se dividen en dos segmentos: diurno y nocturno. En base a estos datos, se arman políticas para minimizar el impacto de las emisiones sonoras.
Políticas públicas pro ambiente
"La cuarentena hizo pensar a mucha gente sobre los cambios en nuestro planeta, algunos de ellos positivos. Se vio que si se quiere se pueden reducir las emisiones y fomentar la movilidad más sustentable, pero es necesario acompañarlo con políticas públicas", explica Bruno Giambelluca, coordinador de la campaña de Clima y Energía de Greenpeace.
El especialista en medio ambiente considera que para disminuir las emisiones es necesario "tener plazos de reducción progresivos y de largo tiempo".
Los planes incluyen cambiar "la matriz energética que va desde los combustibles fósiles hasta las energías renovables".
La caída en el uso del transporte es crucial en la mejora del ambiente. "Desde Greenpeace necesitamos que el gobierno porteño y nacional asuma el compromiso de trabajar en una transición rápida hacia un transporte público a base de energías limpias", afirma. Y agrega: "Esto ayudaría a reducir emisiones en un gran número".
Aunque reconoce que se fomentó el uso de bicicletas explica que "no es suficiente a la hora de establecer una reducción fuerte en las emisiones". Por eso, post pandemia esperan "políticas concretas, apuntadas en movilidad pero también en generación energética".
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Desarrollo económico sustentable
"Los gobiernos deben ponerse del lado de la salud de los ciudadanos y tomar medidas urgentes de cuidado del medio ambiente", afirma Giambelluca, de Greenpeace.
En eso coinciden, 350 organizaciones que representan a más de 40 millones de profesionales de la salud, las cuales solicitaron a los líderes del G20 que la recuperación tras la pandemia sea saludable para la Tierra y las personas. Argentina es uno de los países miembro del grupo y algunos de los expertos trabajan en los hospitales Rawson, Fernández y Garrahan.
La búsqueda por mejorar la economía demostró que el medio ambiente sale perdiendo. "Se está avanzando en tomar conciencia que la recuperación económica no puede darse haciendo las cosas como antes", afirma Rinaldi.
Asimismo, considera que "las inversiones que acompañen la nueva etapa deben orientarse a sistemas más resilientes, justos y ambientalmente sostenibles".
Para Giambelluca, "uno de los mayores temores es que la nueva normalidad sea un clon del pasado, lo cual implique sacrificar nuestro planeta y los recursos (que son sumamente finitos) a costa de un desarrollo económico".
Para evitar que el planeta sufra, el experto sostiene que "es sumamente importante que los gobiernos empiecen a establecer políticas que vayan de la mano con un futuro más verde y no en contra del futuro de todos".
Un ejemplo de esto es el sector aéreo. "Ya trabajan para beneficiarse de los esfuerzos de recuperación, obtener nuevas desregulaciones y enterrar los estándares ambientales y sociales, con el pretexto de volver al crecimiento económico, que en realidad está basado en actividades tóxicas y en orígenes de desigualdad", cierra el coordinador de la campaña de Clima y Energía de Greenpeace..