Devuelve la visión a niños y adultos de todo el país y planea expandir los resultados en África
Gustavo Goldman es oftalmólogo desde hace 19 años, pero su profesión dió un giro total cuando comenzó a recorrer pueblos remotos de Salta, Santa Fé y Entre Ríos para operar gratuitamente a niños y adultos ciegos y les devolvió su visión. Pero eso no es todo, este año llevará su solidaridad a África para que más personas puedan volver a ver y planea extender ese modelo a lo largo y ancho del país. Su filosofía, se basa en retruibir a la sociedad todo lo que le brindó e invita a todas las personas a seguir su camino.
¿Cómo surge la idea de realizar viajes por el exterior para devolver la visión a grandes y chicos?
Hace algunos años atrás participé de la Fundación Judaica y surgió la posibilidad dentro del proyecto de hacer asistencia social. En un principio se entregaba ropa, materiales o alimentos por distintas provincias, pero después se me ocurrió que, por mi profesión, podía asistir a las personas médicamente. Y así surgió que cardiólogos diabetólogos y yo que soy oftalmólogo empezamos a recorrer pueblos. Debutamos hace 7 años en Entre Ríos y apróximadamente dos veces al año viajamos y en tres días recorremos entre dos y cuatro pueblos. Atendemos y diagnosticamos a 200 personas aproximadamente. A los dos meses volvemos y entregamos de manera gratuita lentes para quienes los necesiten.
¿Por qué decidiste impulsar el proyecto?
Surgió desde un lugar espiritual. Cuando uno cree que tiene que agradecer, lo hace desde el lugar que puede. Yo soy médico, recibido de la UBA. Me podría ir mejor o peor, pero me va bien y siento la necesidad de agradecer eso y de devolverlo a otras personas. En la vida, es necesario hacer eso de alguna manera. Hay gente que lo hace pintando las paredes de forma gratuita y otros con sus conocimiento. Yo devuelvo y agradezco cuando atiendo a pacientes, les doy anteojos o los opero para que recuperen su visión.
¿Cómo se financia la compra de los anteojos?
La fundación trata de buscar gente que se involucre. En esta lógica de poder dar lo que uno tiene, hay gente que aporta armazones y otra que dona los vidrios. En el mundo entero hay gente que tiene ganas de dar. Hay que encontrar a esas personas y despertar a otras: porque hay muchas que todavía no descubrieron ese camino y hay que mostrárselos para poder vivir en mundo un poco mejor.
En esto de ”vivir en un mundo un poco mejor”, vos podés devolverle la visión a una persona ciega.
Yo operé a una señora que tenía una hija de 9 años y la última vez que la había visto tenía 4. A la nena le daba vergüenza que su mamá sea ciega y no le gustaba que participe de las reuniones del colegio. Cuando realicé la intervención sobre el primer ojo pudo ver a su hija después de 5 años.
¿Todos los casos de ceguera se pueden revertir?
En la mayoría de los casos, la visión que no se recupera es por dejadez. Hay cegueras que son prevenibles y otras que no. Un diabético que no se cuidó puede evitar quedar ciego, o puede operarse y recuperar la visión. En cambio, una persona con presión en el ojo que nunca supo que tuvo glaucoma porque no realizó una visita al oftalmólogo queda ciego de forma irreversible. La enfermedad de cataratas que impide ver es 100% curable.
¿Qué se hace concretamente durante la operación?
Dentro del ojo hay una lupa que se llama cristalino y tiene ese nombre porque justamente, es cristalino. Cuando deja de serlo se produce lo que se llama catarata. Durante la operación se saca esa lupa, se aspira el cristalino y se coloca una lente intraocular. Todo eso se realiza entre 4 y 7 minutos.
Con la fundación española de Elena Barraquer fuiste seleccionado junto a otros colegas para realizar un viaje de atención a 450 personas carenciadas de Salta, de todas ellas, ¿cuántas estaban totalmente ciegas?
Aproximadamente 390 personas. Todos entraban ciegos al consultorio para operarse del primer ojo y lo hacían de forma temerosa porque no sabían dónde estaban ni qué se les hacía. Cuando volvían para operarse el ojo que les faltaba, ya eran otras personas. Su reflejo de defensa frente a lo desconocido era de una manera y cuando comenzaban a ver cambiaban completamente. Hay un ejemplo muy clarificador de un chico muy agresivo que tenía una deficiencia mental y estaba en sillas de ruedas. Nadie lo podía agarrar. Logramos operar sus dos ojos durante el mismo día. Cuando volvió era otro pibe, porque más allá de sus complicaciones, la mayor radicaba en su ceguera. Ese viaje fue muy conmovedor, de los 12 médicos que fuimos, todos en algún momento lloramos. Primero te resulta triste que haya gente que llegue a esa situación, pero después volvés tan lleno como la persona que tras la operación puede ver. De hecho una jóven que pintaba y no veía los colores, luego de su operación, me trajo un cuadro que hizo en dos días. Eso me llenó el corazón.
Hay una gratificación muy grande, entonces.
Sí, más allá de si continúa o no la relación con el paciente. Para mí el testimonio de la gente que te explica lo que significa pasar de no ver a ver, genera una emoción que no tiene palabras.
¿Qué es lo que impide a las personas con ceguera llegar a la atención médica?
Primero hay un proceso de prevención de la salud que permite detectar en forma temprana la posible ceguera, pero eso muchas veces no se cumple. Hay gente que no llega a esa prevención porque su nivel sociocultural no se lo permite. Además también depende de la realidad que percibe cada uno. Es decir que si una persona cree que lo que ve es lo que corresponde no lo va a cuestionar.
¿Cuáles son los proyectos con la fundación española?
La fundación realiza anualmente viajes asistenciales a África y me invitaron a operar en Guinea. La verdad es que estoy muy contento. Además, con otros colegas locales estamos tratando de replicar lo que hace la fundación en Argentina. Por ahora estamos negociando con dos provincias diferentes.