Calu Rivero es la más cool de las cools. Pasa los inviernos paseando a su bulldog francés en Nueva York y los veranos liderando los DJ sets de Punta del Este y es la cara de marcas internacionales que ni piensan en hacer pie en Argentina. Nadie la esperaba marchando en Congreso el 8 de marzo, pero su llegada es muy importante.

Calu es el ejemplo de que el abuso nos toca a todas. Con ella se cae el mito de que los abusadores te esperan agazapados en un descampado en La Matanza y tenés que cuidarte por dónde caminás. De la más cool de las cools abusaron en la grabación de la novela más importante del país, y no fue un loco degenerado que andaba suelto, fue el galán de una generación entera.

Con Calu avanzamos todas

Es necesario bajar del imaginario a la violencia machista y ponerle los pies sobre la tierra para aprender que es un problema que nos atraviesa a todas, en mayor o en menor medida, sin importar nuestra clase social ni dónde estemos paradas.

Con Calu sentada en Intrusos, quizás algunas mujeres entendieron que ninguna situación de acoso o abuso debe ser normalizada en ningún ambiente laboral -ni en ningún lado-. Con Calu sentada en Intrusos, el miedo cambia de bando. Juan Darthés está guardado y su abogada, Ana Rosenfeld, como manotazo de ahogado, acusa a los periodistas de “linchamiento mediático”, Suar es cuestionado por no echarlo y Calu se funde en abrazos en un Congreso que quizás la vio marchar por primera vez.

Donde se veía a una DJ que copaba los boliches con más onda, con sus sombreros excéntricos y su iPhone último modelo, había una mujer que se hizo DJ para reinventarse. Que aceptó guardar silencio, como le pidió la productora, y huir del trabajo de sus sueños, con tal de alejarse de lo que le provocaba dolor. Ahora Calu Rivero es bandera para las artistas y para las chicas bien; que no caminan el barro en la oscuridad de la noche, ni esperan un colectivo en un barrio peligroso, pero que no están exentas de sufrir violencia machista. Como cualquiera, como todas.