Hace cuatro meses, el 12 de noviembre del año pasado, precisamente, Esteban Diácono comenzaría una pesadilla de la que todavía no puede despertar: una compleja, veloz y virtual estafa a través del home banking de Santander Río que lo endeudaría por 100 mil pesos.

En la madrugada del lunes y siempre desde el portal on-line del banco, los estafadores solicitaron: un préstamo, el alta de dos destinatarios de transferencia, un pedido para elevar el monto máximo de extracción, un envío de dinero (a retirar por código), una vinculacion de Token con otro envío de dinero y dos pedidos de transferencia (uno a otra cuenta del banco y otro por CBU) a los dos destinatarios recién agregados.

Y aunque Diácono, entre confundido y desesperado, solicitó cancelar todo y en la sucursal donde estaba radicada la cuenta le tomaron el reclamo, el problema no sólo continuó, sino que, encima, empeoró. Porque la principal cualidad y valor que promueve un banco es la seguridad y desde Santander Río no se lo pudieron garantizar, como así tampoco le solucionaron el conflicto.

La estafa se concretó, al cliente le descontaron la primera cuota del préstamo y su reclamo continúa hasta hoy.