Los pibes y los padres. El Duki lleva barrio clase media un toque abajo y clase media alta de aventura. Padres impertérritos pensando en otra cosa, capaces de ir a cualquier lado con tal de no perder audio y video con los hijos, justo ahora que la señal empieza a hacer el ruido de silencio del bache adolescente.

Primero El Duki está en una pantalla, en varias pantallas con dos amigos, ya no es gordo, ya no sufre; ahora tiene la idea adentro de los ojos de los que tienen éxito.

Ahora El Duki grita algo que no entiendo, pero me pararía frenético con mi hijo, que golpea contra el aire la cabeza y la mano contra la rodilla y aplaude.

Duki dice "que tú quieres” y habla con la voz gomosa de un Compton imaginario, parecido al olor de Soldati en verano.

Cuando agradece el apoyo de los que vinimos, Duki es un marginal de nuevo y habla con las palabras compactadas.

Todos en el Luna Park le cantamos el feliz cumpleaños a uno de su banda, mi hijo canta solo después de que canto yo, habilitando la felicidad simple. Y me acuerdo del whisky apurado rápido, tibio a pesar del hielo.

El Duki es parecido al clon joven y pro chicas de Roberto Piazza. El Duki hubiera sido un buen jugador de handball, tiene cara de gloria de microestadio, pero un aura más grande que eso y ahora repite ou, ou, ou, y algo que no entiendo y la mitad del Luna Park vibra con el Duki. La otra mitad, filma.

El Duki berrea arriba de un sintetizador distorsionado sin discurso y mi hijo aplaude. Rapean Messi, Messi, Messi, hey.

El Luna Park es la embajada de los barrios en el centro y hay entusiasmo. Al resto le queda el plasma invisible de angustia monotributista de la semana, que se siente en los gestos de estacionar ovnis que hace la chica del tránsito en la 9 de Julio, en el revoleo de ojos de desdén mal aprendido de la chica que dice que no hay lugar en el Pony Line. Mucho mini karma de temor a que el cheque vuelva de culo flotando por la zona.

Pero el lunes los muchachos que empujan onda "Giunta, Giunta, Giunta" los engranajes del gobierno almuerzan en la Ritz con el buen humor protestante del que llegó temprano al puesto de combate de melamina y dos cajones.

Uno dice que seguro Macri le avisa a Lagarde que ya está en la ofi a la mañana. Que apenas llega manda Whatsapps con caritas. Se ríen tímidos como niños buenos incapaces de perderle el respeto a la autoridad. En la mesa de al lado hay dos que lo ven a Macri todos los días y se ríen de costado un segundo, de la manera perruna joven ya que llevan más años atajando con la cara el polvo de correr el sulky de atrás. Uno come un pollito salseado con cerezas y otras frutas, que debe ser medio imposible de comer, pero no puedo dejar de mirar tanto color redondo que resbala.

Lujoso agasajar a tu boga llevando chocolate de Elite cuando pasas por el estudio. Este tiburcio de los mares del Golán solo me lleva el asunto porque somos amigos, pero no hay muerto en juicio que no ame decir "mi abogado". Mi abogado implosiona rojo cuando se ríe y se siente joven, pone Loco tu forma de ser y me dice que lo mejor de ser abogado es lo práctico de pasarte el dia hablando en el código Morse con los hijos de puta.