En un paro con acatamiento dispar, los gremios opositores al Gobierno nacional se movilizaron a la Plaza de Mayo para reclamar contra las políticas económicas y elevar un mensaje claro de cara a las elecciones presidenciales de octubre: el peronismo debe concretar una amplia unidad para derrocar a Mauricio Macri de la Casa Rosada

Por disturbios en la movilización, que fue convocada por el líder de los camioneros Hugo Moyano, la Central de los Trabajadores de la Argentina y diversas organizaciones sociales -a los que también se sumaron sindicatos docentes-, la Policía detuvo a unos 20 manifestantes que se movilizaban con palos y pasamontañas y atacaron a la sede del JP Morgan.

Durante el acto principal, Pablo Moyano ratificó que seguirán "peleando ante este Gobierno de ajuste que sólo recibe las órdenes del Fondo Monetario". Por su parte, el líder de la CTA Autónoma, se refirió a los próximos comicios presidenciales y llamó a seguir en las calles para apuntalar la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner: "Si abandonamos la calle se pone en duda el triunfo del frente popular que encabece Cristina en las elecciones. Hay que ayudar a que llegue a presidenta y la mejor manera es no abandonar el reclamo".

A últimas horas del lunes, para anular la contundencia de la protesta, el Gobierno dispuso la conciliación obligatoria de siete gremios. Además, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, indicó que les pasarán a los organizadores de la movilización una factura de $18 millones por gastos realizados en despliegue de tropas.

Ante esta situación, Pablo Moyano disparó: "Que se metan la multa en el culo". Por su parte, su colega Jorge Taboada se expresó en la misma dirección. "Vamos a estar en las calles hasta octubre, cuando los saquemos a patadas en el culo", aseguró el diputado nacional.

Con el consumo en terapia intensiva, la tasa de desempleo cerca de los dos dígitos, el índice de pobreza superior al 30% y proyecciones inflacionarias en torno al 40% anual, Macri afrontó el quinto paro general en su contra durante sus tres años y medio de gestión. Así, igualó los que recibió Cristina Fernández de Kirchner, con la diferencia de que la expresidenta los sufrió a lo largo de sus dos mandatos. 

Este miércoles 1 de mayo, feriado nacional por el Día del Trabajador, la Unión Tranviaria Automotor -UTA- hará su propia protesta y el transporte se verá restringido. La CGT de Carlos Acuña y Héctor Daer, más transigente con el Ejecutivo, tomó distancia y no se plegará.

Pese a que la Unión Ferroviaria y la Fraternidad garantizaron que los servicios de trenes iban a funcionar con normalidad, a lo largo de la jornada las distintas líneas sufrieron amenazas de bomba y muchos ramales se vieron interrumpidos por largas horas. Los vuelos desde Aeroparque y Ezeiza fueron reprogramados por la medida de fuerza en tanto que los subtes tampoco prestaron servicios.

Desde el Gobierno minimizaron el paro 

Para el ministro de Transporte Guillermo Dietrich, los sindicatos que realizan la medida de fuerza están ligados al kirchnerismo. "Intentan amenazar, amedrentar y generar violencia. Esto no es un paro general. Es un paro de un grupo de sindicatos en los cuales la gente no adhiere. Van a hacer lo imposible para que la gente adhiera a través de la violencia y generando miedo", sostuvo.

Por su parte, el ministro de Producción y Trabajo Dante Sica, afirmó ante Clarín: "No fue en absoluto un paro general. Desde el punto de vista del alcance es un paro concentrado en SMATA (mecánicos y afines al transporte), camioneros, docentes y estatales. Hubo ausentismo pero por la dificultades para llegar. Fue algo muy sectorizado".