Este martes, Javier Milei cumple 100 días en el Gobierno. Por lo tanto, hoy culmina lo que popularmente se conoce como la "luna de miel", el lapso de tiempo que la sociedad le otorga a cada administración para que se acomode y dé sus primeros pasos. Sin embargo, a juzgar por la imagen positiva que conserva el Presidente, basada en que su electorado considera que está haciendo lo que prometió durante la campaña, ese changüí podría extenderse al semestre inicial.

De todas formas, estos primeros tres meses y monedas ya dejaron algunos hechos relevantes para analizar y otras tantas pistas sobre el rumbo que tendrá la gestión. En el aspecto político, el primer tramo del Gobierno estuvo marcado por la puja entre el Poder Ejecutivo con los legisladores nacionales, con los gobernadores y con la "calle", representada por los gremios y las organizaciones sociales, que mostraron su descontento y expresaron sus reclamos desde el comienzo. En lo que refiere a la economía, las tres claves fueron la lucha contra la inflación, la reacción de los mercados, cristalizada en la cotización del dólar, y los ajustes y denuncias sobre los gastos de la administración pública, con el objetivo de llegar a la tierra prometida de Milei: el déficit cero.

El enfrentamiento con el Congreso era esperable, dado que no cuenta con las mayorías parlamentarias como para avanzar con sus iniciativas sin grandes acuerdos. Eso quedó evidenciado muy pronto, por las reacciones que generó la publicación del megadecreto de desregulación de la economía y el envío de la primera versión de la Ley Ómnibus, ya que entre ambas normativas acumulaban más de 1.000 artículos con profundas reformas. El anunciado rechazo del DNU en el Senado y el retiro de la oficialmente llamada "Ley Bases", luego de que se empantanara su tratamiento en particular, derivaron en nuevas acusaciones de Milei contra "la casta" y, según su visión, dejaron al descubierto quiénes son los políticos que están "en contra de lo que votaron los argentinos".

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La batalla con los gobernadores proviene del punto anterior, debido a la influencia que los mandatarios provinciales ejercen sobre los legisladores de cada distrito, lo que se ve reflejado en cada votación en el recinto. Por caso, Osvaldo Giordano (Anses) y Franco Mogetta (Transporte) debieron dejar sus cargos por responder al cordobés Martín Llaryora, al que el líder libertario acusó de "traidor". La fallida Ley Ómnibus también determinó la salida de Flavia Royón (Energía) y de Guillermo Ferraro, el exministro de Infraestructura, al que le endilgaron la filtración de conversaciones que ocurrieron durante las reuniones de Gabinete. 

En tanto, se produjeron muchas rispideces por la falta de fondos luego de que la administración anterior quitara la cuarta categoría del impuesto a las Ganancias, una de las principales cajas coparticipables, lo que motivó un sinfín de negociaciones. Como si fuera poco, el Ejecutivo cortó las "transferencias discrecionales" a las provincias, por lo que los enfrentamientos con Ricardo Quintela, Axel Kicillof y Nacho Torres, por citar sólo los más resonantes, tomaron estado público. En ese ring político al que constantemente se sube el Ejecutivo, el ministro del Interior, Guillermo Francos, es el encargado de calmar las aguas y hacer llegar las distintas iniciativas a buen puerto.

La puja con los gremios y las organizaciones sociales se lleva a cabo en todos los frentes, en la calle, en los escritorios y en los micrófonos. En ese sentido, el Gobierno también ubicó en su relato a los sindicalistas y a los intermediarios de los planes sociales como parte de "la casta que no quiere perder sus privilegios". El polémico protocolo antipiquetes de Patricia Bullrich y las respuestas de Manuel Adorni en cada conferencia de prensa matinal se erigieron como las principales espadas ante este conflicto.

Podría agregarse como un cuarto eje político la presunta interna entre Milei y su vice, Victoria Villarruel. La disputa fue comentada desde los primeros días por quienes deambulan por los pasillos de la Casa Rosada y se habría profundizado la semana pasada, a raíz del llamado de la titular del Senado a sesionar en el recinto, lo que provocó el rechazo parcial del DNU. De todas formas, esta supuesta grieta fue desmentida por el propio mandatario nacional y por su vocero en varias ocasiones.

En cuanto a lo económico, el Gobierno ejecutó un plan ortodoxo de ajuste, el que ratifica a cada paso como el "rumbo correcto" y cuyos resultados ya comenzó a celebrar. Por ejemplo, la desaceleración del índice de precios al consumidor, que pasó de 25,5% en diciembre, a 20,6% en enero y a 13,2% en febrero, fue considerada por Milei como un "numerazo". Asimismo, Adorni afirmó que, gracias a las medidas impulsadas en estos primeros 100 días, se logró desactivar "la hiperinflación". Igualmente, el Gobierno reconoce que el número sigue siendo "horrible" y que el trimestre abril-junio podría ser el más "duro", tras recibir la "peor herencia de la historia".

La cotización del dólar blue y de los financieros (CCL y MEP) también es tomada por el Ejecutivo como un triunfo. Luego de una primera devaluación oficial y del consecuente "crawling peg", la brecha disminuyó considerablemente entre el oficial y el paralelo, que a principios de marzo se ubicó en niveles similares a los que tenía antes de que asumiera La Libertad Avanza. Este hecho y el refuerzo de las reservas del Banco Central acercan al Gobierno a su objetivo de abrir el cepo cambiario.

Por último, el tercer eje económico radica en el déficit fiscal cero, lo que los distintos interlocutores del oficialismo remarcaron como "la madre de todas las batallas". Por ello, el ministro Luis Caputo anunció con bombos y platillos que en febrero se logró por segundo mes consecutivo. Esto se complementa con el conjunto de recortes, ajustes y denuncias sobre la utilización de los fondos públicos en las distintas dependencias. El último caso fue el del PAMI, organismo en el que el Gobierno detectó "gastos políticos" y "venta de recetas truchas".

La "luna de miel" terminó y a partir de ahora la administración libertaria deberá empezar a concretar ese lema que indica que "ya se ve la luz al final del túnel", tanto para aliviar los golpeados bolsillos de los argentinos como para poder llegar con buenas posibilidades a las elecciones de medio término y así acrecentar su caudal político.