Como en sus mejores épocas, el otrora oficialismo actual oposición acaparó parte de la agenda mediática los últimos días. Empezó el fin de semana con la entrevista cedida por Jaime Durán Barba al periodista Diego Genoud a Letra P, siguió con el video de Mauricio Macri en el que deslinda responsabilidades sobre el endeudamiento del país, siguió con el propio ex presidente designado por Gianni Infantino en la Fundación FIFA y culminó el martes 28 con una breve reunión de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio, en la cual se delinearon a grandes rasgos algunos modificaciones respecto de la forma de actuar de esa fuerza política.

De algún modo había que responder a la inacción de Juntos por el Cambio luego de que sus principales líderes (llámese, los derrotados en las elecciones), Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, decidieran dar en los hechos un paso al costado. Es verdad que las vacaciones podían ser necesarias para quienes condujeron el país y la principal provincia, Buenos Aires, durante cuatro años; pero también es cierto que la política no descansa y que durante un cambio de gobierno todo se reacomoda tanto en el gobierno como en la oposición.

En el Pro emerge Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, como una conducción posible pero no probable aún. Sus aliados radicales, ahora sí, están más jugados a disputar la conducción y el perfil político de Juntos por el Cambio. La información recogida por El Canciller da cuenta de que los radicales ya no serán espectadores y simples integrantes de una alianza: Alfredo Cornejo, el presidente del partido, se muestra duro con el gobierno de Alberto Fernández, pero también fue muy crítico ante las declaraciones de Durán Barba. Y, si bien se podría decir que el ecuatoriano ya no trabaja para Macri, criticarlo hoy, a tan poco tiempo de haber perdido, es un dardo envenenado de Cornejo para el ex presidente.

“Inútil”, llamó Cornejo a Durán Barba; pero al mismo tiempo elogió la prudencia y el silencio de Mauricio Macri. Es que el ex presidente está más cerca del arpa que de la guitarra, la verdad sea dicha. Macri no resigna su liderazgo en el Pro (al fin y al cabo, es el padre de la criatura), pero acepta un cargo ad honorem en la FIFA, donde va a manejar un presupuesto de 1.000 millones de dólares. En los hechos, Macri hoy no conduce el Pro ni JxC, tampoco Marcos Peña ni Vidal.

De todas formas, se da una paradoja: los principales derrotados de las elecciones de 2019 siguen siendo los dirigentes con mejor imagen y con mayor aceptación dentro de esa fuerza. Así es que la transición tendrá que ser muy ordenada, nadie podrá sacar los pies del plato ni dar golpes de timón demasiado pronunciados. El riesgo es perder el apoyo de los votantes y, aun peor, una pelea con Macri o con Vidal que podría redundar en una crisis que se lleve puesto como mínimo al Pro.

La oposición comienza a discutir sus liderazgos

Los únicos que ponen toda la carne en el asador son los correligionarios de la UCR. Ellos sí se juegan bastante, están interesados en la conducción de la oposición y en posicionar un candidato de cara al 2021. Tampoco la tendrán fácil, pues deberán primero resolver su propia interna. Es verdad que las voces disidentes (Ricardo Alfonsín, Federico Storani, Juan Manuel Casella) son fuertes históricamente hablando, pero no tienen mando de tropa, no conducen hoy el poderoso aparato radical al cual Macri deberá agradecerle eternamente, porque fue el que lo transformó en presidente.

Dar por muerta a la Unión Cívica Radical es tan engañoso y equivocado como decretar la muerte del PJ. Hoy el radicalismo vuelve a resurgir de sus cenizas, conserva gobernaciones, poder dentro del Congreso y un par de figuras, ahora sí, con ansias de proyectarse nacionalmente. Los díscolos radicales deberán pelear muy duro hacia adentro si quieren ganar la conducción y el perfil neoliberal que hoy tiene el partido. Ricardo Alfonsín ya anunció que él será uno que dará pelea en 2021. Hacia adentro, quienes tienen acceso al pensamiento del hijo del ex presidente dicen que “el perfil neoliberal del radicalismo ya fue. No nos vamos a bancar que el partido siga manteniendo esta postura. Vamos a pelear por volver a las viejas banderas del radicalismo”.

Entonces, la UCR tiene mucho camino por recorrer y una conducción por ganar; pero hacia adentro todavía hay que lavar los trapos sucios.