Mientras se acercan las PASO, previstas para este 12 de septiembre, las internas en los diferentes municipios del Conurbano se recrudecen. Históricos contra innovadores, eternos candidatos, figuras que vuelven al territorio desde posiciones de poder nacional o provincial y todo tipo de disputas, dentro y fuera de los espacios, llenan la agenda de cada distrito.

En el caso de Lanús, hoy en manos del macrista Néstor Grindetti, la novedad es la vuelta a la pelea de un cuadro que, aunque joven, puede llamarse un viejo conocido. Se trata de Julián Álvarez, oriundo de Remedios de Escalada, miembro fundador de la agrupación kirchnerista Justicia Legítima y viceministro de Justicia entre 2010 y 2015. Uno de los jóvenes sobresalientes del modelo K, Álvarez siempre soñó con la intendencia de su Lanús natal. En 2015 la perdió por poco más de tres mil votos.

Hasta entonces, y desde 2007, el sillón municipal estuvo en manos de otro peronista: Darío Díaz Pérez. Hermano de Néstor, quien diera origen al nombre del estadio de Lanús, Díaz Pérez había llegado a la intendencia tras desafiar al histórico Manolo Quindimil, que comandaba el distrito desde la vuelta de la democracia. Reelecto en 2011, para las elecciones del 2015 bajó su candidatura y se postuló como senador provincial, dejándole el camino libre a Álvarez. Cuentan las malas lenguas que este paso al costado no fue voluntario.

De hecho, hay quienes señalan a Álvarez como el fundador del “lawfare kirchnerista”: todos sus rivales son denunciados curiosa y penalmente, incluso miembros de su propio espacio. Tanto Díaz Pérez como Nicolás Russo, presidente durante el período futbolístico más memorable del club Lanús, quisieron subirse a la pelea por la representación peronista en el distrito. Ambos sufrieron un aluvión de causas judiciales en su contra. A Russo, incluso, lo acusaron de ser visto entregando dinero en efectivo a barras bravas.

Desde su poderoso lugar de viceministro de Justicia y su cercanía con Cristina Kirchner, Álvarez utilizó su influencia para poner varios huevos en una canasta de vital importancia: el departamento judicial de Lomas de Zamora, en aquel entonces, antes de la creación del de Avellaneda-Lanús, jurisdicción que abarcaba a su distrito natal. Varios fiscales de Justicia Legítima obtuvieron cargos en ese departamento, pero tuvo un peón fundamental: el fiscal general Enrique Ferrari, el mismo que fue acusado de amedrentar a jueces y fiscales con estados de Whatsapp en clave mafiosa. El propio Álvarez le decía en 2014 a Página12: “Quiero que los jueces entiendan que tienen que dedicarse a hacer política”.

Tras su vertiginoso paso por el gobierno cristinista, Julián se radicó en España, donde se dedicó a atender cuestiones personales y también a estudiar, alejado del ruido y las persecuciones judiciales que sufrían varios de sus ex compañeros de gabinete.

Además de vincularlo con causas a sus rivales políticos, en el círculo rojo lanusense cuentan que Álvarez y su polémico manejo de la Justicia fueron los responsables de la siempre tensa relación entre los jueces federales y Cristina. El propio ex funcionario confesó que durante su paso por el Consejo de la Magistratura denunció a Bonadío “por orden expresa” de la hoy vicepresidenta.

Aún así, no logró hacerse con la intendencia en 2015. Cuando todos creían que el camporista había abandonado su sueño barrial, retorna como candidato a concejal en estas PASO, para construir poder de cara a 2023.

Habrá que ver qué competidores, internos y externos, tendrá entonces. Mientras tanto, se enfoca en la pelea actual. Si bien hay 21 listas de precandidatos para este 12 de septiembre, las otras dos listas del peronismo de Lanús llevan a Agustín Balladares, cercano a Santiago Cafiero, y a Omar Galdurralde, que responde a Martín Insaurralde: ¿serán los próximos en desfilar por los juzgados?