En baja pero con la caja del Credicoop, busca Heller un lugar en la lista de diputados porteños K
Después de meses en silencio, salió a criticar el modelo económico. Su Partido Solidario está afuera de la mesa chica del kirchnerismo local, pero intenta colarse en alguna sábana gracias al poderío económico de su banco.
"Hay que tomar medidas para que la ciudadanía tenga ingresos que les permitan cubrir sus necesidades". La verdad de Perogrullo pertenece a Carlos Heller, el banquero cuya pobre gestión en Boca le abrió las puertas de la política a Mauricio Macri. Paradojas del destino.
Pasaron varios meses hasta que el jefe del Credicoop decidió romper su curioso silencio. Acaso el plan del macrismo para eliminar las exenciones de Ganancias que reciben las cooperativas y mutuales lo haya condicionado. O tal vez simplemente haya tratado de esconder (una vez más) su identificación con el kirchnerismo, al que ahora recurre desesperado por una banca en la Legislatura porteña.
Heller pidió también "que no nos invadan con productos importados que compiten con los nacionales". A nadie se le habría ocurrido.
Su reaparición se produjo en el programa radial de Federica País. No es casual: la emisora (AM 750) pertenece a Víctor Santa María, líder de los encargados de edificios y hombre fuerte del peronismo de la Ciudad, en cuya mesa ruega sentarse el banquero.
El kirchnerismo resiste su reingreso. Por un lado, lo dicho: Heller quiso negar su pertenencia. Por el otro, tiene poco para ofrecer: su partido es, en su mayoría, una ensalada de viejos gerentes del banco, desconocidos para la opinión pública. Él mismo, al borde de los 80 años, es poco atractivo para un distrito históricamente esquivo a Néstor y Cristina Kirchner, en donde ya compitió, con magros resultados.
Quienes lo conocen, garantizan que esta vez no irá por la jefatura de Gobierno, candidatura para la que la ex presidenta sigue pensando en Mariano Recalde. A diferencia de otras veces, en las que discutía mano a mano por posiciones preponderantes, ahora Heller se conforma con ser parte de la sábana de diputados locales y entrar por la ventana a la Legislatura de la Ciudad. Muy probablemente sea la única manera de ingresar.
Tiene, eso sí, un argumento muy valioso: la caja del banco. En épocas de vacas flacas y lupas sobre el financiamiento de la política, el Credicoop es cuanto menos un anunciante generoso y cumplidor con medios y formadores de opinión de cualquier color. Incluso amarillos.
Así las cosas, en el kirchnerismo admiten que es probable que le den un lugar. Entre el quinto y décimo renglón, en principio. El resto de sus empleados iría de la mitad para abajo, sin chances en absoluto. Peor es nada.