Alberto Fernández estacionó su auto en el garage del Malba, tomó el ascensor y subió directamente al escenario del seminario que organizaba el Grupo Clarín, sin mezclarse con los dueños de empresas y políticos que habían agotado las entradas para escucharlo. Mauricio Macri, en cambio, bajó del vehículo blindado de Presidencia en el mismo lugar, pero decidió dar la vuelta y entrar al Museo de Eduardo Constantini por Figueroa Alcorta. Mientras el ingeniero buscaba captar la atención del Círculo Rojo, el vencedor en las PASO prefería evitar el contacto con los hombres de negocios que no paran de llamarlo. Así como llegó se fue Fernández, en un movimiento que le sirvió para evitar la foto con el derrotado y los pedidos por anticipado para un presidente que todavía no es.

El compañero de fórmula de Cristina Kirchner fue el más aplaudido por una sala que tuvo que ser remodelada para ampliar su capacidad. El candidato oficialista cosechó más aplausos cuando apareció que cuando terminó de hablar. En el multimedios, no lo publican por cortesía pero el seminario del holding que le arrebató a Cambiemos la megafusión Telecom-Cablevisión consagró la imagen pública del despoder para el exjefe de gobierno porteño. Casi “un velorio”, como se dice entre directivos del Grupo.

Cuando Fernández lo trató de “Héctor”, en un mensaje hacia afuera y hacia adentro del multimedios, el eterno Magnetto no movió un músculo de la cara. No hacía falta. Del fantasma del chavismo que su conglomerado agitó durante toda la campaña a pedir de Macri, había surgido el orador principal del seminario “Desarrollo y Democracia”. Asoma la exhumación de un matrimonio por conveniencia que rindió sus buenos frutos hasta 2008 y ahora busca recrearse al borde del default, donde el Presidente arrinconó a la Argentina en apenas cuatro años.

Que Fernández no sea CFK y que tenga otro marco de alianzas no garantiza que vaya a enfrentarse con la dueña de los votos apenas llegado a la Casa Rosada, como le demandan los que hasta hace 15 días apostaron en su contra. El miércoles a la noche, mientras él se preparaba para pisar la alfombra de Clarín y ella hacía las valijas para volver a Cuba, el candidato a presidente fue a visitar a Cristina a su domicilio particular, alrededor de las 23. ¿Por qué romper una sociedad exitosa que combina el apoyo popular con la moderación? 

Alberto Fernández le remarca a los directivos de Clarín el error político de haber menospreciado la jugada maestra de una CFK que se corrió del centro y les repite un concepto, de cara a la nueva etapa: “Yo ya aflojé. Ahora aflojen ustedes”.

Es un nuevo esquema de poder que a todos les resulta funcional. La expresidenta lo dice sin problemas a su entorno, desde hace tiempo: “Yo no puedo reunirme con gente como Magnetto. Para eso está Alberto”. El pacto social también convoca a un multimedios que puede haber ganado en el terreno de los negocios pero perdió demasiada audiencia en su apoyo militante a la aventura amarilla. De larga relación con Jorge Rendo, el exjefe de Gabinete le remarca a los directivos de Clarín el error político de haber menospreciado la jugada maestra de una CFK que se corrió del centro y les repite un concepto, de cara a la nueva etapa: “Yo ya aflojé. Ahora aflojen ustedes”.

Si los resultados de las PASO se confirman, Fernández tendrá que hacerse cargo de una economía que exhibe indicadores sólo comparables a los de 2001 y 2002, con la inflación otra vez en torno al 50%, los salarios que pueden cada vez menos en el supermercado y el consumo en terapia intensiva. Salir de la recesión y volver a crecer a tasas sustentables no será fácil con los fondos de inversión golpeando las puertas del Banco Central. Vienen meses que van a ser largos.

En una convivencia forzada hasta el 27 de octubre, el exjefe de Gabinete se niega a posar junto al peor Macri y resiste sus pedidos para volar a Wall Street en un viaje para ofrecer garantías. Alberto le dice a Mauricio que la foto conjunta no le conviene al presidente nominal porque daría cuenta de su fragilidad. Afirma que una peregrinación suya al centro financiero global podría confundir su rol con el que tuvo Domingo Cavallo durante los días finales de Raúl Alfonsín.

Alberto le dice a Mauricio que la foto conjunta no le conviene al presidente nominal porque daría cuenta de su fragilidad. Afirma que una peregrinación suya al centro financiero global podría confundir su rol con el que tuvo Domingo Cavallo durante los días finales de Raúl Alfonsín.

Fernández todavía no definió quién será su ministro de Economía pero ya deja trascender que Martín Redrado tendrá un “rol importante”. Con fuentes de primera línea en el mismo Banco Central que debió abandonar en 2010, el economista de la Fundación Capital denunció que Macri dejó correr el dólar para hacer tronar el escarmiento en la mayoría votante de la oposición. Como Guillermo Nielsen y Emanuel Álvarez Agis, Redrado envía señales al mercado y tiene una vida al servicio del sector. Ni hablar de Carlos Melconian, el ministro que no fue -presente en el Malba- que le cuenta a sus interlocutores que habla con Alberto una vez por mes.

El empoderado busca reconstruir el tinglado de lo que fue el Frente para la Victoria. Al álbum público de fotos que sumó a Natalia De la Sota en las últimas horas, se agregan cenas discretas como la que tuvo con Rafael Bielsa en Puerto Madero en los últimos días. El excanciller asistió en el doble rol de kirchnerista de consulta y hermano de la eventual ministra de Hábitat, Vivienda y Urbanismo, la María Eugenia peronista. Pero algunos piensan que puede usar la diplomacia también para llegar al esquivo Roberto Lavagna.

Así como Clarín necesita recuperar audiencia y ganar legitimidad para seguir haciendo negocios con ayuda del Estado, Fernández precisa ampliar al máximo su mapa de alianzas para encarar una etapa en la que las víctimas del ajuste y la devaluación sólo podrán recuperar una cuota de lo mucho que perdieron en cuatro años. Para vender esa transición difícil como un sendero virtuoso, sería de lo más útil contar con el relato del holding que “Héctor” edificó, a caballo del poder de turno.