El NO a Cristina, la consigna que pierde peso en el PJ con la caída de Macri en las encuestas
Vender futuro puede ser el mejor negocio: sólo hace falta un mercado dispuesto a creer y experiencias novedosas que se confirmen como éxito. Dos componentes que no sobran en un país con una memoria repetida de fracasos que se activa en la turbulencia. En apenas un mes, la corrida al dólar, la devaluación y la caída sostenida de Mauricio Macri en las encuestas le devolvieron entidad al peronismo como alternativa para 2019. Pero, es lógico, no pudieron alumbrar todavía el candidato capaz de capturar la atención de una sociedad que no encuentra el entusiasmo para vivir otra temporada de malas noticias. El ajuste acelerado que anunció el Presidente muestra un gobierno con pocas cartas para seducir al electorado en el segundo semestre y un cambio de chip que deberá esperar por lo menos hasta el año electoral, hoy una promesa remota.
En la vereda del frente, la superficie exhibe el escozor de gobernadores incómodos en el intento por despegar del operativo "socializar pérdidas” que ofrece Cambiemos en su peor trance. Es lo que empuja a Miguel Ángel Pichetto a convalidar un proyecto anti tarifazo que en Casa Rosada consideran una "irresponsabilidad” de su parte y obligará a gatillar un veto inoportuno para el Presidente.
La superficie exhibe el escozor de gobernadores incómodos en el intento por despegar del operativo "socializar pérdidas” que ofrece Cambiemos.
Por debajo de la puja cotidiana entre gobierno y oposición, hay otros datos, tal vez más importantes. Las encuestas coinciden en registrar el repunte de Cristina Kirchner, una alerta que preocupa a los formadores de opinión que alientan al Presidente y desinfla en las provincias la resistencia del peronismo a la convergencia con CFK. Con su piso electoral inamovible, que duplica, triplica y cuadruplica al resto de los pretendientes del PJ, prescindir de los votos de la senadora es un pecado para cualquier estratega de campaña.
En contraste con un sector también irreductible que la rechaza, lo que crece ahora es la imagen de la ex presidenta: 32% según Synopsis y 45% a nivel nacional según un sondeo que miran por estas horas los gobernadores y que no se difunde. La atención está en el sector que fluctúa y va de un lado a otro, sin adhesiones definitivas. Son votantes que están lejos de sentir pasión por CFK pero empiezan a reconsiderar el pasado reciente, gracias a Macri. Los datos confluyen parcialmente con los que admiten desde Casa Rosada. Dicen que la caída de Macri coincide con el aumento de los indecisos y que los dos candidatos más votados hoy serían Mauricio y Cristina, aunque relativizan el ascenso de ella en las encuestas.
Lo que crece ahora es la imagen de la ex presidenta: 32% según Synopsis y 45% a nivel nacional según un sondeo que no se difunde.
El dilema se potencia como nunca hoy en el campo del peronismo que, sólo de persistir en una división absoluta, podría extender el contrato de alquiler de Cambiemos en Balcarce 50. Mientras Pichetto, Juan Manuel Urtubey y Diego Bossio expresan la línea dura de las vías separadas, Sergio Massa tiene su escuadra dividida y en el PJ empieza a crecer una mirada que estaba ausente: encontrar un punto de acuerdo que permita sumar al kirchnerismo y apostar a que la ex presidenta designe un heredero en una PASO.
Son gobernadores que advierten lo ruinoso de reeditar en 2019 escenarios de 2017: perder con el kirchnerismo afuera como le pasó a Urtubey, caer contra el cristinismo como le ocurrió a Rosana Bertone o ganar por incluirlo como hicieron Carlos Verna y Juan Manzur.
Es un debate que recién comienza pero para el que los acuerdistas ya tienen argumento: los que se oponen miran el país desde Buenos Aires y no tienen territorio, lo menosprecian por ceguera o gobiernan una realidad excepcional, como Juan Schiaretti. Proponen un cambio de pantalla. Dejar de decir que Cristina es la lepra en busca de idear una fórmula para ganarle a su boleta en una interna.
Así como el kirchnerismo en el poder fue perdiendo aliados y obligó a la oposición a juntarse, hoy el proceso parece inverso. La confluencia que proclama por primera vez un núcleo de gobernadores que excede a Rodríguez Saá precisa de una condición: que la ex presidenta no sea candidata. Algo que tampoco es sencillo. Porque es la que más mide y porque, después de 2017, nadie le cree cada vez que dice que no va a ser.