Horas después de que este viernes escalara el conflicto en Medio Oriente, tras un bombardeo selectivo de Israel al cuartel general de Hezbollah en Beirut, el Gobierno elevó los niveles de alerta de seguridad nacional ante la posibilidad de agresiones contra blancos de la comunidad judía en Argentina.

La medida fue ordenada por el ministerio de Seguridad y tiene el objetivo de reforzar el control territorial y coordinar la actuación de todas las agencias para prevenir cualquier incidente de carácter violento.

En ese sentido, a modo precautorio, el Ejecutivo pidió a las provincias, en particular a las limítrofes, que refuercen la seguridad en las instituciones escolares, deportivas y culturales de la comunidad judía.

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La Ciudad de Buenos Aires, por su parte, también ordenó el refuerzo de la seguridad en sinagogas y demás entidades de esa colectividad.

También se dispuso el refuerzo de la custodia de las instituciones bancarias y financieras de capitales estadounidenses e israelíes.

También se brindará especial protección a diplomáticos de países involucrados en el conflicto y se extremarán los cuidados hacia los miembros de las delegaciones diplomáticas argentinas, especialmente en Medio Oriente, España y Bolivia. 

La orden del Gobierno es que los organismos coadyuvantes de la seguridad interior, como Aduanas y Migraciones, coordinen con las fuerzas de seguridad para el "perfilamiento de personas de interés y la implementación de controles más estrictos en los pasos fronterizos".

También se activará el Comando Tripartito de la Triple Frontera, un dispositivo de coordinación entre Argentina, Brasil y Paraguay para el monitoreo y resguardo de esta zona de alta sensibilidad estratégica.

La medida fue anunciada después de que Israel lanzara una ofensiva selectiva sobre el cuartel general de Hezbollah en Beirut. Aún está bajo investigación si el líder de esa organización terrorista, Hasan Nasrala, se encontraba allí.

Este ataque se produjo días después de que el Líbano fuera escenario de una serie de explosiones de localizadores y walkie talkies que estaban en manos de miembros de esta organización islamista, atribuidas al Estado judío.

Según el ministerio de Sanidad libanés, esta planeada por años ofensiva dejó un saldo de 37 muertos y más de 3.500 heridos.