Cuando escribí “Carrio, la gestora de Cambiemos” intenté profundizar el prototipo de perfil social argentino que representa la diputada, un tipo humano peligroso dentro de una administración nacional. Y no me refería a su lucha histórica contra la corrupción sino a su carencia de estrategias para cumplir con sus objetivos sumando la nada misma ideológica que va desde el radicalismo liberal al socialismo dirigista sin escalas, de un día para el otro, como si nada.

Cuando Néstor Kirchner utilizó la parafernalia de DDHH para no ser expulsado del gobierno en los primeros meses, declaró una de sus frases clásicas: “La izquierda da fueros”. La misma ecuación fue pensada con Carrió al incorporarla a Cambiemos y sacarla de un letargo que iba directo al fin de su carrera política. Carrió da fueros, pongámosle, o al menos da la imagen que si ella esta en el gobierno no puede ocurrir ningún sistema estructural de corrupción como el que se gestó durante el kirchnerismo.

No da fueros en el sentido nestorista planteado en la abstracción que cualquier embate judicial iría contra “los intereses del pueblo”, sino que evitaría que se sistematice la corrupción que luego necesitará fueros para zafar. Una evolución en estas vivezas argentinas para evitar a toda costa que la corrupción la combata la aplicación de la ley como en cualquier otro país medianamente próspero. Imposible en un país tan fan de las valijas. 

Hoy quizás por sus genes radicales de rajar cuando la gestión se complica, Carrió decidió cortar con la franela. El año que viene va a ser una guerra bestial, donde el gobierno deberá elegir uno de dos objetivos: se plantea terminar como sea el gobierno entregando la banda al que venga después para romper la mufa de mas de 70 años que estableció que “ningún gobierno puede terminar si no es peronista” o se lanza con todo lo que tenga a que Vidal le gane a Cristina. ¿Cómo? Amparándose en que el cristinismo ya decidió lanzar para el año que viene un proyecto que duplicaría el camino al chavismo que quedó trunco en 2015, con el aditivo de la venganza contra todo el pueblo, jueces, periodistas, clase media, alta, baja, twitteros, traidores y todos los que no salieron en masa a armar cientos de 17 de octubres cada vez que un “compañero” iba preso. 

Carrió no creo que se banque la guerra del 2019. Por eso organiza su salida y utiliza como “puerta” a débiles de este gobierno como Garavano, quien resultó un personaje que pareciera ser que su único objetivo de ser ministro era para contárselo a los nietos, sin ninguna labor reformista en una justicia destruida. O el flanco débil de Macri que es su inexplicable amigo Angelici. Una sociedad política que trascendió la amistad y estableció al “tano” como un alfil lleno de poder extorsivo y económico que hace y deshace al amparo de la protección estatal. 

Ya no quedan muchas dudas que la volteada a Iguacel a través de Marijuan fue obra del Tano. Iguacel es uno de los pocos ministros que venían despuntando con cierto perfil político y para colmo limpio, laburador y libre de aparatos. La movida de Angelici fue por sus intereses en el mercado energético. Intereses que se suman a los que ya maneja en bingos, casinos y constructoras, además del equipo mas poderoso de Sudamérica. Ya sabemos cómo terminaron los “angelicis” de Cristina, no hay dudas que éste -y otros- van a terminar igual. 

Ahora la pregunta es ¿por qué Carrió rompe ahora en plena crisis económica y política? Hace tres años que habla de Angelici, pero siempre aceptó conformar el mismo espacio con él. ¿Una típica huida radical de la gestión o hay algo más? ¿Tendrá que ver la coincidencia entre este nuevo desplante casi definitivo de Carrió con una semana llena de medidas socialistas para ofrecerle a cambio? 

No puede ser casual que en una semana este gobierno impulse: primero, la expropiación de terrenos privados para regalarle a habitantes de villas. Segundo, un copy-paste del proyecto de “Inquilinos Agrupados”, donde directamente se mete el estado a sacarle potestad a los propietarios de disponer de sus bienes en alquiler, lo que obviamente fracasará con una suba estrepitosa por aniquilación de la oferta.  

En tercer lugar, la concreción de un préstamo del BID de 200 millones de dólares para “políticas de genero” (miles de valijas al marxismo antes de diciembre). Cuarto, las declaraciones programadas sobre la “necesidad” de subir aún más las retenciones al campo e impuestos a los Bienes Personales. 

Todo este sovietismo se largó, se apuró o se terminó de concretar la semana pasada inmediatamente después del anuncio de pedido de destitución de Carrio a Garavano. Todo esto lleva a la respuesta de la pregunta sobre los objetivos del gobierno para la guerra del año que viene, la respuesta es que “van por todo” para reelegir y si es necesario ofrecer una plataforma “Socialista del siglo 21” lo van a hacer. Pero Angelici no se toca. Algo habrá, ¿no?