Avanza la investigación al juez Rodríguez y apuntan al "Puma" Mazzaglia, exoperador judicial de Yabrán
El juez federal Luis Rodríguez empieza a despedirse del Poder Judicial. Como nunca antes, su futuro parece cosa juzgada, más aún después de que la Comisión de Acusación y Disciplina del Consejo de la Magistratura abriera sus declaraciones juradas, en el marco de la investigación por el supuesto cobro de una coima millonaria para favorecer al ex secretario privado de Néstor Kirchner, Daniel Muñoz.
De acuerdo a su propia declaración, Rodríguez tenía a fines de 2017 un patrimonio total de casi 4.500.000 pesos, incluyendo un departamento de 215 metros sobre avenida Santa Fe, cuya valuación de mercado supera largamente el medio millón de dólares.
Declaró además terrenos en Escobar, una camioneta Honda CR-V, una Audi Q5 y más de 800 mil pesos y 60 mil dólares, entre cuentas bancarias y efectivo.
Fue la viuda de Muñoz, Carolina Pochetti, quien denunció -en carácter de arrepentida- el pago de diez millones de dólares a Rodríguez para que no investigara las maniobras de lavado de dinero que tenían como protagonista a su marido. El juez negó escuetamente las acusaciones: “Lo desmiento categóricamente”, dijo, en su única manifestación pública sobre la denuncia.
De todas maneras, Rodríguez arrastra otros pedidos de juicio político, con la conformación anterior del Consejo, motorizados por Elisa Carrió y el abogado Ricardo Monner Sans.
Por eso, solo un milagro podría salvarlo, a pesar de los múltiples esfuerzos de los distintos operadores judiciales que durante los últimos años lo ayudaron a tejer una carrera tan prolífica como cuestionada. En particular, los de Jorge Mazzaglia, una polémica celebridad en Tribunales.
Buenos muchachos
“El Puma”, tal como se conoce a Mazzaglia en Comodoro Py, es un viejo conocido (no por eso querido) del círculo rojo. Su presentación en sociedad fue a lo grande, de la mano de Alfredo Yabrán, para quien oficiaba de intermediario ante la Justicia, pero también ante ministros y servicios de inteligencia.
Sus enormes y buenos resultados le valieron “clientes” de renombre. Participó, entre otros grandes eventos, de la primera liberación del ex vicepresidente Amado Boudou, quien volvió a prisión apenas dos meses después. En Tribunales dicen -con repudiable malicia- que El Puma había asumido un “compromiso” que luego no cumplió con el juez de la Cámara Federal porteña Eduardo Farah.
La jefa de la Coalición Cívica ya había pedido que investigaran la relación con ese magistrado. En particular, solicitó que se determine si hay "algún parentesco" con Matías Mazzaglia, empleado de la vocalía Farah, y con Marcelo Mazzaglia, jefe de despacho de la Sala II de la Cámara Federal porteña. Curiosidades de la Justicia.
Carrió lo tuvo desde siempre en la mira, también por su vínculo con Cristóbal López. Es que Mazzaglia fue uno de los principales directivos de Casino Club, el imperio del juego montado por el empresario patagónico y su socio, Federico Achával.
Las cosas entre Cristóbal y el Puma no terminaron bien: el entorno del empresario patagónico lo acusa de haberle garantizado la libertad a cambio de tres millones de dólares. La costosa promesa duró más bien poco, hasta que Casación volvió a llevarlo a la cárcel.
El vínculo de Mazzaglia con Rodríguez también es de larga data. El juez fue quien sobreseyó a Carlos Liuzzi, mano derecha de Carlos Zannini durante doce años. En Tribunales juran y perjuran que el Puma tuvo mucho que ver. Tiempo después, cuando le reabrieron la causa, Liuzzi amenazaba con denunciar que el Puma le habría hecho desembolsar una suma también millonaria. Cosas dichas en caliente, seguramente.
Según Pochetti, fue Mazzaglia quien negoció con el abogado Miguel Ángel Plo la entrega de dinero al juez Rodríguez, lo que le valió al magistrado una severa reprimenda de parte de la Cámara.
Para coronar, el Puma es abogado del auditor Javier Fernández, otro viejo conocido del círculo rojo, apuntado en varias ocasiones como promotor de sofisticadas operaciones político-judiciales.
En ese contexto, y por primera vez en las últimas dos décadas, el ex operador de Yabrán cotiza en clara baja. Tal vez no tanto para correr la suerte de alguno de sus representados, pero seguramente ya sin la capacidad de salvar amigos, como el todavía juez Rodríguez.
“El Puma te promete libertad, pero hoy por hoy solo te consigue un rato de aire a cambio de un montón de guita”, se quejan algunos poderosos clientes, decepcionados y sin contratos firmados.
Rodríguez asumió en 2012 al frente del Juzgado Federal 9, con un fuerte respaldo del kirchnerismo, y gracias a un concurso calificado de “vergonzoso” por la mayoría del arco político. Su caída puede significar además una conmoción en el mundo del lobby judicial. Mazzaglia es apenas la punta del iceberg.