El Gobierno mandará su propio proyecto de legalización del aborto al Congreso durante este año. Lo confirmó Alberto Fernández el 31 de diciembre. El Presidente tiene convicción sobre la iniciativa: la considera una solución a un problema de salud pública. Pero no está claro que en ambas cámaras tenga el número suficiente para su aprobación.

A diferencia de 2018, año en que se debatió en los recintos un texto redactado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, firmado por más de 70 diputados, esta vez el proyecto será del Poder Ejecutivo, algo inédito en la historia argentina.

Por lo tanto, la derrota de hace dos años no fue del entonces presidente, Mauricio Macri, que permitió la discusión pero permaneció prescindente del debate, sino específicamente del colectivo verde. Ahora, la victoria o la derrota serían, sobre todo, del propio Fernández.

Por eso en el Congreso no solamente esperan que el Presidente mande el proyecto sino también, como se dice en política, que juegue. Que juegue significa que influya en los diputados indefinidos para que terminen apoyando su proyecto; en los verdes definidos, para que a las votaciones no falte ninguno, y en los celestes definidos, para que sí se ausenten, al menos los que sean necesarios para lograr un resultado favorable.

Qué números hay

Tras las elecciones de octubre se pudo realizar un poroteo representativo pero preliminar sobre una eventual votación en ambas cámaras. El número más fino surgió en las últimas semanas, una vez que asumieron en sus bancas más de 20 diputados que fueron en reemplazo de otros que renunciaron, en su mayoría para incorporarse como funcionarios del Gabinete nacional.

De estos números surge que en la Cámara Baja hay 113 diputados que están a favor del aborto legal, 101 que están en contra y 43 que figuran en la categoría de indefinidos, ya sea porque dudan de su postura o bien ya tienen una posición tomada pero no la han hecho pública. En esta última categoría se incluye a la peronista cordobesa Alejandra Vigo, que en 2018 se abstuvo de votar la legalización e intentó que se debatiera un proyecto suyo de despenalización del aborto.

Con estos números, en Diputados hay altas chances de que el proyecto obtenga una nueva media sanción, como en 2018.

Si todos estuvieran presentes, como pasó en aquel año, la media sanción se obtiene con 129 votos afirmativos. A los verdes les faltarían 16 votos mientras que a los celestes les faltarían 28. Otra vez, los indefinidos, por ahora 43, inclinarán la balanza hacia un lado o el otro, pero en principio en Diputados el proyecto de ley tiene las de ganar.

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Terreno difícil

La Cámara Alta, en cambio, sigue siendo un ámbito hostil para la iniciativa. Según el poroteo que surge de la conformación final de este cuerpo de 72 bancas, tras los reemplazos, se cuentan 33 senadores a favor, 35 senadores en contra y 4 indefinidos.

Estos cuatro indefinidos son Lucila Crexell (Movimiento Neuquino), que al igual que Vigo se abstuvo de votar y presentó una curiosa reforma que despenalizaba el aborto hasta la semana 12 de gestación; y los peronistas Edgardo Kueider (Entre Ríos); Roberto Mirabella (Santa Fe) y José Emilio Neder (Santiago del Estero).

A diferencia de 2018, con Gabriela Michetti en el bando celeste, Cristina Kirchner votaría a favor del proyecto si le tocara desempatar. Esto significa que los celestes necesitan llegar a 37. Es decir que les faltan 2 votos. En cambio, los verdes deberían conseguir 3 votos para asegurarse la sanción de la ley.

Entre los 35 celestes se cuenta al peronista José Alperovich, que está desde el 10 de diciembre de licencia por una denuncia por violación. De modo que si el proyecto se debatiera en el Senado antes de la reincorporación del tucumano en su banca, los verdes estarían más cerca de cumplir su objetivo.

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Por supuesto, suponiendo que, como en 2018, estén presentes los 72 senadores nacionales. Las ausencias y abstenciones podrían tener una especial incidencia, sobre todo si el Gobierno esta vez sí juega.