Nada pareció indicarle a Germán Medina, el joven asesinado a sangre fría por un compañero en una peluquería de Recoleta, que ese encuentro laboral posterior al cierre de la jornada implicaría el final de su vida. Al menos eso mostró su expresión corporal poco antes de recibir el tiro en la cabeza que le disparó Abel Guzmán mientras lo increpaba a él y a otros colegas en la fatídica noche del miércoles. 

Los protagonistas de esta estremecedora historia trabajaban en la peluquería "Verdini", el local ubicado en el barrio porteño de Recoleta al que asistían -entre otros clientes- figuras del ámbito del espectáculo. Y si bien la Policía aún no estableció las razones por las que Guzmán -quien permanece prófugo- remató a quemarropa a Medina, el abogado del negocio, Cristian Benítez, manifestó que "había algún tipo de encono entre ellos" y consideró que el atacante "utilizó ese momento para descargar la ira".

Medina, un joven de 33 años oriundo de Morón, era parte del staff del salón de belleza del mediático estilista Facundo Verdini y se destacaba como colorista.

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Tal como reflejan las redes sociales de la firma para la que trabajaba desde hace algo más de un año, la víctima no sólo se presentaba ante los clientes y les daba consejos estéticos, sino que también reflexionaba sobre su profesión: "La peluquería me enseñó que el reflejo del espejo también es el verdugo, dependiendo como uno está, también te invita a quererte hacer más cosas".

En diálogo con TN, Marina Medina, hermana del fallecido, declaró que Germán "siempre se sintió cómodo en el trabajo" y confesó que le había revelado que había tenido "discusiones por temas laborales" con quien terminó matándolo, pero que "no habían llegado a nada físico". Además, reveló que, para ella, el agresor -al que calificó como alguien "muy mal hablado" y con "malos manejos"- "tenía pensado matarlo".

En tanto, quien efectivamente resultó su verdugo, y escapó por una ventana del lugar tras dispararle, tiene 43 años y se desempeña allí desde hace siete años. 

Según relataron otros empleados, Guzmán "no venía bien" en el último tiempo y, durante la jornada del miércoles, horas antes de cometer el crimen, se había rapado el pelo completamente y había permanecido mucho más silencioso que de costumbre, dos cosas que escapaban a lo ordinario y les llamaron la atención a sus colegas.

En un vídeo publicado en redes sociales en diciembre pasado, se lo observa desahogándose con una clienta: "Constantemente vivimos sufriendo y renegando. Nos traumatizamos juntos. Somos los que hemos sido afectados". En su propio Instagram, el estilista devenido en asesino exhibía su trabajo y en sus publicaciones tenía comentarios de algunas clientas -como la vedette Valeria De Genaro- que lo halagaban. Sin embargo, a raíz de los hechos, su cuenta se llenó de acotaciones insultantes pidiendo justicia por Germán.