El llanero solidario
Había una vez un comunista nacido el Día de la Lealtad pero de 1940. De ser un niño de Villa Domínguez, pueblo de los gauchos judíos de Entre Ríos, Carlos Salomón Heller se transformó en un hombre de la city solidaria.
Completó el secundario en San Martín, pero largó la facultad. Quizás porque en ingeniería mecánica no circulaba la pasión que fluía a rolete en “La Fede”, la Federación Juvenil Comunista de la que fue parte aunque, hace años, Carlos se resiste a su propio archivo. Rasgo común en los que cambian manifiesto por poder. PC, ni nos vimos.
El pasado abril, a Heller le sonó el teléfono con un pedido especial. Misma voz la de los Kirchner, pensó el banquero que, cuando escuchó a Máximo, recordó las llamadas cófrades con Néstor. Demorado por la exclusión de las personas jurídicas que pidieron las élites, por el cruce de datos con AFIP, por los jeites virtuales y por el requisito de mayoría especial, el proyecto de ley de Aporte Solidario y Extraordinario finalmente aguarda dictamen. El otrora “impuesto a la riqueza” llega a las billeteras de menos de 9298 argentinos con el 42% de los bienes dolarizados y el 92% declarados en el exterior, y levanta más polvo por su valor simbólico que por el monetario. Hasta el picante Melconian, rival del presidente de la Comisión de Hacienda y Presupuesto de Diputados, dijo que “son dos mangos con veinte aunque paguen todos”. Paradoja de las tres empanadas: la derecha amarretea, la izquierda no se conforma y al oficialismo le alcanza para poco.
“Impecable en puntualidad y apariencia”, durante quince años administró cajas cooperativas en el Gran Buenos Aires y sumó experiencia en el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. A pesar de que la dictadura embestía contra el sector solidario de la economía nacional, en el 79 nace el Banco Credicoop con la fusión de 44 cajas de crédito. Fundador, gerente general hasta 2005 y desde entonces presidente, Carlos sigue al frente de una banca privada de capital 100% nacional que sedujo a mandatarios como Hugo Chávez, que quiso aplicar el esquema en suelo bolivariano. El modelo sobrevivió a los militares, la hiper, la convertibilidad —en los noventas incluso creó Previsol, su propia AFJP—, corralito y después. El Credicoop viene duro de home banking, con una interfaz filo soviética, pero tiene un complejo vacacional al estilo Iniciativa Dharma en Chapadmalal que le dan a uno ganas de quedarse a vivir allí.
El diputado nacional por CABA —electo en 2009, 2013 y 2019— sabe estar en más de un lugar a la vez y “no se le escapa una”. Combina sus menesteres privados con la función pública sin las contradicciones que a otros sí se les señalan. En 2007 creó el Partido Solidario y, en coalición junto a Daniel Filmus del FPV, compitió por la ciudad. Fueron derrotados por la fórmula del PRO, lo que revivió la pasión de antipatías que arrastraba por su antagonismo con Macri en el club de sus amores. Diez años fue Heller vicepresidente de Boca Juniors, por debajo de Alegre. Los hinchas recuerdan una sequía deportiva repuesta con el torneo Apertura 92. Tres años más tarde, Mauricio ganó una institución bien administrada, luego de haberle pedido al cooperativista limpiar a Antonio y quedarse con el cargo y el resto de la lista. Inchequeable pero verosímil.
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Aliado kirchnerista, durante todos estos años el ascensor presidencial de la central del Credicoop tuvo pasajeros como Daniel Scioli, Victor Hugo Morales o Marcelo Tinelli. Con destino final “piso 9”, en la sala de reuniones se rosquea durante el día y se miran partidos de fútbol durante la noche. Hijo de una costurera y un mecánico, el 2020 lo encuentra brillante sobre el mic del oficialismo, sentado junto a Massa y Guzmán, mientras en el PSOL se quejan de su verticalismo. Esta es la fábula del banquero solidario que un día tuvo que salir a pedir, por favor, 307 mil millones de pesos. Colorín colorado.