Mientras Massa se deteriora y su no-plan económico empieza a mostrar resquebrajamientos irremediables, le pasa lo que te pasa con la aspirina: te calma el dolor pero no te cura. El gobierno nacional sigue envalentonado con el inviable proyecto de juicio político y otros hechos deleznables, como la ministro de la Mujer que. sin ningún empacho. salió a manifestar su repudio a quienes se la agarraron con el feminismo, cuando el papá de Lucio Dupuy todavía tiene el fallo en carne viva, sobre esas dos mujeres crueles y asesinas que mataron un niño de 5 años. La conversación nacional se repite en un año de alta probabilidad de cambio de gobierno.

Casi como una ironía del destino, este martes por la noche el presidente Joe Biden dará su primer State of the Union. Será interesante ver y escuchar qué tiene para decir el líder del mundo occidental sobre la intrusión de China en el espacio aéreo norteamericano, protagonizada por un globo destinado al espionaje satelital sobre el territorio estadounidense. 

El sentido de la oportunidad no podía ser peor: este viernes pasado se conocieron, como cada primer viernes de mes, los datos de creación de empleo y, en enero, la economía de Estados Unidos sumó, según el Departamento de Trabajo, 517 mil nuevos puestos. La política exterior, entonces, y la de seguridad interior, con una crisis de inmigración ilegal generada con la llegada del presidente Biden, son los puntos más oscuros de la actual administración demócrata. 

Le duró poco la algarabía al presidente estadounidense, que rápidamente había dicho: “Los datos de empleo muestran que mis críticos estaban equivocados”. Durante el resto de este viernes, se llamó al silencio y dejó hablar a su secretario de Estado Anthony Blinken, quien, además, suspendió su viaje previsto a la capital china para que acusara recibo de la mayor tensión entre las dos potencias en mucho tiempo. 

El Canciller norteamericano no se salió del libreto diplomático y trató de sugerir enojo y fastidio de parte del gobierno de Biden, y llamó a la invasión al espacio aéreo norteamericano “una irresponsabilidad y una violación a la soberanía”. La contraparte china hizo lo mismo y habló de arrepentimiento y una intrusión en el espacio aéreo norteamericano no intencional. Una contradicción desopilante.

En otra escena monumental de Los Sopranos, Tony intenta mediar para resolver un conflicto generado entre uno de sus capitanes, Ralph Cifaretto, y un jefe de la mafia de Nueva York, John Sacromoni. Ralph había hecho un chiste ofensivo, en ausencia del jefe de Nueva York, sobre su mujer. En ese submundo de reglas claras, el líder de la familia neoyorquina tiene derecho a decretar la muerte de quien profirió la ofensa, en este caso Ralph, el capitán de Tony. Soprano sugiere entonces una llamada telefónica y le reitera a Ralph que no pida disculpas y que, en cambio, le exija a Sacromoni que le diga quién fue el que le contó semejante mentira. Durante la llamada, Ralph cancherea la situación y termina diciendo “mirá, si hay que pedir disculpas yo te pido disculpas”. Sacramoni lo increpa: por qué me pedís disculpas si supuestamente es una mentira. Quizás la diplomacia del CCP (Partido Comunista Chino) debería ver al menos ese capítulo de Los Sopranos

Como si esto fuera poco, China todavía tiene más dificultades para explicar los inintencionales globos itinerantes que tiene en países de occidente. El Pentágono acaba de confirmar que han detectado otro globo espía chino en América Latina

La voluntad imperial del gigante manufacturero global es milenaria, su penetración, fundamentalmente, en los Estados Unidos a todo nivel es tan evidente como preocupante, porque alcanza distintos estamentos del sector público y privado y mega corporaciones. 

La administración del expresidente Donald Trump advirtió esto desde que inició su campaña en 2016; tanto es así que ni bien llegó a la Casa Blanca, el magnate impulsó un programa dentro de su administración que tendiera a extremar las precauciones de ciudadanos vinculados a China, sea por descendencia o cualquier otro motivo, en el Estado, para combatir el espionaje. 

Por supuesto que, al llegar Biden al gobierno, una de sus primeras medidas fue cancelar el programa por considerarlo racista y xenófobo. No es un argumento nuevo del presidente demócrata, ya lo había usado durante 2020 cuando Trump debido a la pandemia decidió cerrar el tráfico aéreo con China. 

Pero tanto nuestra élite de opinión como la política parecen no querer y/o no entender lo que sucede en el mundo y el nivel de vulnerabilidad que padece la Argentina, que podría ser arrasado fácilmente por el poderío económico de China. De hecho, el único muro de contención para que eso no suceda ha sido históricamente Estados Unidos, que ahora muestra una debilidad y una entrega muy grande frente a la embestida China. 

Hay analistas internacionales de fuste, que prescinden de lo epidérmico para pensar y analizar la política, que hilvanan la catastrófica salida de Afganistán del presidente Biden con Rusia procediendo en Ucrania y ahora China animándosele a Estados Unidos, que, poblado de burócratas demócratas de izquierda o progresistas, sumado al inocultable deterioro cognitivo del comandante en jefe Joe Biden, no habían decidido si derribar o no el globo chino hasta este sábado al mediodía.

La precarización de nuestra conversación nacional es equiparable a nuestro déficit económico y nuestra debacle institucional y fundamentalmente educativa. Es triste porque, mientras la dirigencia argentina parece enamorada de la dicotomía populismo y antipopulismo, Oriente acorrala a Occidente y nuestro debate cada vez más reiterativo y endogámico nos impide ver que Occidente somos también nosotros y que quizás, al menos, nos debería importar.