Virginia Pérez Antonelli rememoró hoy aquel 18 de enero de 2020 cuando le hizo trabajos de reanimación a Fernando Báez Sosa e intentó salvarle su vida y durante las tareas de RCP que le efectuó "le hablaba" y le "pedía" que se quedara con ella.   

"Pudieron haber sido sólo cinco minutos, pero fue como una hora", dijo acerca de lo que vivió en aquel momento y que describió ante el Tribunal de juicio que juzga a los rugbiers por el homicidio del joven.   

Pérez Antonelli estaba dentro del boliche Le Brique y salió porque había muchísima gente, ahí fue cuando la seguridad del lugar expulsaba por la fuerza a uno de los rugbiers acusados y se trataba de Máximo Thomsen.   

La joven vio que un grupo de personas atacaban a Fernando y ella se acercó cuando él ya estaba en el piso.   

"Si alguien no tiene consciencia y no respira, hay que hacerle RCP", dijo ante pregunta de la fiscalía sobre su conocimiento, ya que ella había hecho un curso al respecto en la Cruz Roja.   

Según dijo, un amigo de Fernando gritaba pidiendo ayuda y ella se ofreció a hacerle reanimación cardio pulmonar, lo que hizo unos minutos hasta que llegó personal policial, que fueron tres efectivos que luego iban tomando la posta para seguir con el intento de salvarle la vida al joven.   

"Yo le sostenía la cabeza a Fernando la cabeza, le hablaba, le pedía que se quedara conmigo", recordó mientras los policías hacían la reanimación.   

La fiscalía le preguntó sobre su conocimiento para hacer RCP y ella explicó cómo debía hacerse y en qué circunstancia, y que a los policías que le hicieron esas tareas a Fernando ella les contaba el ritmo de las compresiones: "Uno, dos, tres, cuatro….".   

La joven explicó que ella le hizo apenas unas compresiones a Fernando pero que, al ser "muy menudita" y al llegar policías, les pasó la posta a ellos a quienes les daba indicaciones de cómo hacer las compresiones.   

El abogado de los rugbiers, Hugo Tomei, le preguntó nuevamente sobre sus conocimientos de reanimación , y si no había riesgo de hacérselo a una persona a quien podía ocasionarle una lesión al mover el cuerpo: "Es mejor tener a una persona con la costilla rota y viva, que una persona muerta", le respondió la joven. El letrado desistió de seguir preguntando y terminó la declaración.   

Antes de dejar la sala, la joven le dio un abrazo primero a Graciela Sosa, la mamá de Fernando, y luego a Silvino Báez, su padre, mientras que, a esa altura, la joven había roto en llanto.