El Gobierno nacional tensionó su relación con Venezuela luego de que Laura Saravia, una periodista argentina radicada en Gran Bretaña que se encontraba efectuando una cobertura en la frontera con Colombia, fuera detenida por el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin).

El accionar policial se enmarca en un contexto oscuro para el país petrolero, que atraviesa hace tiempo una crisis política, económica y social severa por la que faltan alimentos en los supermercados e insumos vitales en los hospitales.

A dichas fallas estructurales se suma la persecución que implementó el presidente Nicolás Maduro para con la prensa, en pos de ocultar la caótica situación.

Venezuela ha recibido un repudio total de la comunidad internacional a raíz de las numerosas violaciones de derechos humanos que configuran algo muy similar a un gobierno de facto. Las fuerzas de seguridad del Estado Bolivariano se cobraron la vida de más de 150 personas en manifestaciones opositoras durante 2017.

Ante la situación, la Cancillería argentina emitió un comunicado pidiendo la libertad de la cronista: "La Cancillería ha tomado conocimiento de que la periodista argentina Laura Amalia Saravia, junto con un equipo de prensa internacional que se encontraba en el Estado de Zulia, ha sido retenida y se encuentra a disposición de las autoridades venezolanas correspondientes".

"La Embajada argentina en Caracas está realizando las gestiones del caso para velar por la situación de la mencionada connacional", explicó la cartera que comanda Jorge Faurie, quien momentos más tarde se sumó a la preocupación general. "Estamos siguiendo el caso y pidiendo por la integridad de la periodista que estaba ejerciendo su profesión", sostuvo el funcionario.

Tensión con Venezuela: exige el Gobierno la liberación de una periodista argentina

La relación entre la Argentina y el regimen venezolano dista mucho de ser amigable, y las declaraciones cruzadas han sido recurrentes desde que Mauricio Macri asumió el poder. A pesar de tener modelos económicos tangencialmente opuestos, y salvando las distancias estructurales -Venezuela afronta un éxodo masivo todos los días-, ambos se encuentran sumidos en una depresión orgánica.