Presiona Trump a Apple para repatriar sus fábricas y recrudece la guerra comercial con China
Tras el escándalo por el traidor que camina los pasillos de la Casa Blanca y deslegitima su autoridad, el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, presionó a la multinacional Apple para que aparte su producción de China y la traslade al país norteamericano, en el marco de una guerra comercial iniciada formalmente por el propio jefe de Estado hace más de dos meses.
Desvelado por la aplicación de un proteccionismo que supone esencial para el progreso de su nación, el cual Argentina logró sortear luego de las arduas negociaciones que el ministro de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne, mantuvo con la Secretaría del Tesoro, el primer mandatario estadounidense impuso entre julio y agosto aranceles por US$50.000 millones al gigante asiático, que cristalizó represalias por montos similares.
Sumidos en una puja constante, y con la advertencia norteamericana de estar elaborando nuevos gravámenes por US$200.000 millones, el magnate apremió a los ejecutivos del coloso tecnológico. "Los precios de los productos podrían aumentar debido a los enormes aranceles que tal vez impondremos a China", alertó mediante sus redes sociales, al tiempo que sugirió una solución: "Hagan sus productos en los Estados Unidos en lugar de en China. Comiencen a construir nuevas plantas lo antes posible. ¡Emocionante!".
Agitado por la batalla con el New York Times, que esta semana alcanzó su punto de ebullición, el iracundo Trump fue más allá en sus amenazas ante el socio comunista. "Y odio hacer esto, pero detrás de eso vienen otros US$267.000 millones que están preparados para ser impuestos rápidamente si yo quiero", reveló.
De concretar todas las advertencias, Estados Unidos acumularía US$517.000 millones en impuestos sobre China, una suma que sobrepasaría a los US$505.000 millones que el país norteamericano importó en todo 2017 sobre los productos asiáticos. En este escenario, la compañía que dirige Tim Cook -la primera en valer un trillón de dólares- busca desligarse de un conflicto que ya obliga a empresas americanas a repensar sus estrategias comerciales.