El 17 de marzo de 1992, bajo la presidencia de Carlos Saúl Menem, la Argentina y el mundo quedaron conmocionados por un sangriento atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires. Promediando las tres de la tarde, una camioneta conducida por un terrorista suicida y cargada con explosivos se estrelló contra el edificio donde funcionaba la sede diplomática, en la esquina de las calles Arroyo y Suipacha. 

El saldo total fue de 22 muertos y 242 heridos, y sentó el antecedente para lo que, dos años más tarde, sería el atentado terrorista más dañino registrado en América Latina: el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina, que dejaría 85 muertos.

Todavía no se ha hecho justicia por las víctimas del ataque contra la embajada. Sin embargo, a 31 años del horror, una investigación exclusiva de FM Azul, una radio montevideana, revela una hipótesis impensada, no sobre el atentado en Buenos Aires, sino sobre una posible réplica en el Uruguay. Afortunadamente, el ataque no se llevó a cabo.

La solicitud enviada por la Embajada de Israel en Montevideo a la cancillería uruguaya.
La solicitud enviada por la Embajada de Israel en Montevideo a la cancillería uruguaya.

El 9 de junio de 1992, apenas tres meses después de que el coche bomba colisionara contra la sede diplomática en Buenos Aires, la Embajada de Irán en Montevideo hizo una extraña solicitud a la cancillería del Uruguay. En la misiva, el país islámico pide información sobre la Dirección Nacional de Bomberos de ese país: no sólo requiere imágenes del uniforme, sino (y esto es lo que llama fuertemente la atención) planos de las diferentes estaciones.

La investigación plantea diferentes hipótesis. Una de ellas sugiere que el ataque en Buenos Aires pudo haber sido una suerte de preparación o exploración del terreno, por parte del terrorismo iraní, para medir las consecuencias que tendría el objetivo final, Montevideo. Otra simplemente contempla la posibilidad de que la República Islámica de Irán tuviera la intención de replicar la avanzada terrorista en el país vecino. 

Lo cierto es que, al día de hoy, no hay responsables por las muertes de las víctimas ni se conoce ninguna información precisa sobre las intenciones del terrorismo islamista en los otros países de la región.