La guerra comercial entre China y Estados Unidos planteó un escenario prometedor para la agricultura latinoamericana. Los impuestos a los productos industriales que Trump le impuso a Xi Jinping, tuvieron una respuesta vengativa por parte del gigante asiático que decidió sumarle un arancel del 25% a la soja estadounidense.

La nueva pena a los cultivos permitió que el resto de los países sojeros resulten más competitivos ante el panorama de compra. Brasil, con una cosecha récord de 110 millones de toneladas, está listo para recaudar dólares de la represalia continental.

En el corto plazo, el país vecino sería el mayor beneficiado mientras que Argentina sólo alcanzó las 36 millones de toneladas en la producción 2017/2018. La sequía fue brutal en esta temporada y logró bajar casi 20 millones de toneladas de lo que se esperaba recaudar. Además, por la misma causa, la calidad tampoco fue la esperada.

En este caso, Argentina no podría aprovechar el nuevo escenario hasta el segundo semestre de 2019, si las condiciones propician que la próxima cosecha sea tan exitosa como se espera. Si en el verano no hay ninguna catástrofe climática inesperada, se calcula que se podrían obtener hasta 60 millones de toneladas de cultivos.

El timing sería perfecto para la posible campaña presidencial a un segundo mandato de Mauricio Macri. La venta a China de harina de soja podría ingresar muchos dólares al mercado local y beneficiar la situación golpeada del campo.

En el panorama internacional, Tailandia, Pakistán, Malasia, Corea, Japón, Israel y la Unión Europea sería beneficiados también ante el nuevo escenario, siempre y cuando Trump y Xi Jinping continúen enemistados.