Las arenas movedizas del riesgo país
Cual Homero Simpson mostrándole a Bart como salir de un badén de arenas movedizas, cualquier movimiento brusco hoy de la política económica puede hundirnos más. El fortalecimiento del dólar a nivel internacional y la cercanía de las elecciones le va poniendo fin al "carry trade" y los inversores se van de sus posiciones en pesos para dolarizar.
La jornada del miércoles cerró con el riesgo país en 945 puntos (récord en la era Cambiemos), subiendo 8,9% en un solo día y empujando el dólar a $44,80. Pese al frente financiero cubierto hasta fin de 2019, la fragilidad está ahí y no necesariamente baila al son de la incertidumbre electoral, como intentan -de manera forzosa- instalar algunos analistas o el propio presidente.
¿Qué factores confluyen? Por un lado, tras un 2018 marcado por siete meses de corrida cambiaria, los parches de política monetaria y cambiaria y el auxilio del FMI no apuntaron a solucionar los problemas de raíz. Por ende, todo endurecimiento de las condiciones internacionales sigue teniendo sobre-reacción en la plaza argentina.
En este sentido, la caída de títulos locales en el extranjero y el encarecimiento del dólar (que vuelve más atractivos los bonos de Estados Unidos u otras plazas de bajo riesgo) estimulan en nuestro país la dolarización de carteras.
A este escenario base que responde a las debilidades de nuestra economía se suma, en segundo orden, el factor electoral. Y no necesariamente a la mejora de Cristina Fernández de Kirchner en las encuestas, sino a la incertidumbre que el propio oficialismo hoy genera en el mercado.
Con medidas de contención a destiempo como las anunciadas la semana pasada, inflación que no baja del 4% mensual, una economía real que no rebota y el fantasma cercano de un 2020 donde empiezan los vencimientos de deuda en un escenario de menor posibilidad de endeudamiento neto, la conducción oficial no da garantías y eso también impacta en el frente cambiario y financiero.
¿Cuál es la capacidad de respuesta hoy del gobierno? Escasa. Entrampado en su propia política de parches, los grados de libertad para actuar son los mismos que los de Homero en las arenas movedizas.
El esquema de control de agregados monetarios del BCRA ha sido poco efectivo para contener el ritmo inflacionario, pero su desarme podría traer consecuencias peores en este ámbito; los fondos para contener al dólar en los límites de una banda de flotación demasiado ancha son susceptibles de diluirse.
Asimismo, la tasa “endógena o exógena según sople el viento” es, como venimos señalando, cada vez menos efectiva (y ahora, aun menos) para contener al tipo de cambio, pero sí para fuertes ganancias de corto plazo de quien sepa especular, al tiempo que horada las cadenas de pago y el financiamiento de capital de trabajo comercial y productivo de las PyMEs.
No obstante, una baja en la tasa traería nuevos estímulos a la dolarización de carteras.
En resumen, toquen la variable que toquen, el riesgo de empeorar la situación es alto. En este escenario, la cercanía de las elecciones y los mensajes profundizadores de grieta de los principales dirigentes políticos poco ayudan a dar un poco de calma.
Que estas jornadas no sean el inicio de una nueva corrida hoy depende fundamentalmente de que se frene el cambio del contexto internacional y de la profundización de parches para respirar en el corto plazo, a pesar de saber a toda conciencia que la efectividad de mediano plazo de estas políticas es inexistente.
La promesa del Gobierno de crecimiento luego de estabilizar el frente cambiario y el fiscal queda cada vez más lejos, mientras la arena del mercado hunde las expectativas de reactivación.