En su último discurso ante la Asamblea General de ONU, Alberto Fernández aseguró este martes que “es hora de promover la justicia social en el mundo”, para lo cual reclamó una reforma de la que llamó una “abusiva” arquitectura financiera internacional que “solo profundiza la desigualdad y la miseria en el mundo”. "Es imposible querer alcanzar un futuro equitativo promoviendo la continuidad de las mismas lógicas que han generado la desigualdad en la que vivimos", dijo el Presidente ante el pleno del organismo, que celebró su 78° período de sesiones.

El mandatario argentino inició su discurso marcando los efectos de la pandemia y la crisis climática sobre la realidad global, para luego reclamar la reforma de la arquitectura financiera internacional y denunciar el peso de la deuda sobre los países de ingreso medio. "La ingeniería financiera internacional se muestra abusiva e intacta", cuestionó y se preguntó: "¿Cómo concretar un desarrollo sostenible sin un financiamiento que ayude a hacerlo?".

Bajo esa perspectiva, analizó que "el sistema financiero internacional no demuestra voluntad de adaptarse a un mundo que quiere recobrar equidad perdida" y que, por el contrario, "solo sirve para concentrar el ingreso y para marginar vastas regiones del mundo", apostando a la "especulación antes que al desarrollo". 

"Es hora de promover la justicia social en el mundo", enfatizó, e insistió en sus críticas al Fondo Monetario Internacional (FMI), puntualmente respecto a los sobrecargos que el organismo aplica a países deudores. 

El FMI "no puede subir sus intereses cada vez que la Reserva Federal norteamericana sube sus tasas para contener la inflación de su país", dijo y calificó de "vergonzoso que aún hoy apliquen sobrecargos a muchos países a los que ya se les vuelve insoportable cargar la mochila de la deuda externa". Entonces, planteó la necesidad de "un nuevo marco de tratamiento de las deudas soberanas que tenga como norte el desarrollo con justicia social".

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En otro tramo de su discurso, Fernández se refirió al "reto" que supone "alimentar a una población mundial creciente en condiciones climáticas críticas", algo que, recordó, a la Argentina le costó "más del 20 por ciento de sus exportaciones totales debido a la peor sequía de los últimos 100 años". Sobre ese punto, juzgó necesario "encontrar una solución de largo plazo al problema de la seguridad alimentaria", para lo que consideró "crucial" un sistema de comercio internacional de productos agrícolas "más justo, más transparente, más equitativo y más previsible". 

Además, ratificó la postura argentina a favor de un "multilateralismo" basado en la "solidaridad y cooperación" global, frente "propuestas hegemónicas" que "solo han servido para potenciar la desconfianza, impulsar carreras armamentísticas y limitar las posibilidades de cooperación económica y científico-tecnológica". 

Tras denunciar "las terribles consecuencias" humanitarias y materiales de la guerra en Ucrania, Fernández recordó la "responsabilidad" que les cabe a los organismos multilaterales "en materia de desarrollo, paz y seguridad global, cooperación y descolonización". 

El mandatario ocupó un tramo de su discurso para ratificar el compromiso de Argentina con los derechos humanos, en la lucha contra el terrorismo y en la promoción de la igualdad de género, así como la vocación integracionista con América Latina y el Caribe.

En otro orden, Fernández ratificó el rechazo argentino a la "utilización de medidas unilaterales de coerción y a la adopción de prácticas comerciales discriminatorias", para luego reclamar "poner fin" al "inadmisible" bloqueo contra Cuba, nación que pidió "excluir" de la lista de países que supuestamente patrocinan el terrorismo internacional. También exigió "cesar de inmediato las sanciones impuestas por los Estados Unidos a Venezuela" y reivindicó una vez más la soberanía argentina sobre las islas Malvinas.

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