El peso de la deuda y un presupuesto light para un mercado que no se convence
Durante las últimas dos semanas vimos una buena recuperación de los activos argentinos (acciones y bonos, principalmente), en gran medida por el avance en el acuerdo con el FMI y la promesa (una vez más) de déficit primario cero para el año que viene. Si bien todavía la crisis no está para nada cerca de superarse, los títulos argentinos muestran rendimientos y precios de oferta, tentador para cualquier inversor local e internacional.
La calma local y externa marcaron una buena caída en el riesgo país. Los Credit Default Swap argentinos habían tocado máximos durante la primera semana de septiembre en plena tormenta cambiaria, para luego desacelerarse a precios de agosto. Una buena entre tantas malas. La confianza que queda en el mercado está puesta en un solo nombre por ahora: Nicolás Dujovne. Alentador para los medios, pero todavía irrealista para los inversores.
La noticia esperada en las mesas financieras tuvo lugar finalmente esta semana, cuando empezaron a circular algunos números del Presupuesto para el año 2019. El borrador prevé un dólar a $42 para fin del próximo año, una inflación del 23% y una actividad económica neutral, es decir ni crecimiento ni decrecimiento.
Con respecto al tipo de cambio, los futuros para enero del año próximo ya cotizan en $45, es decir tres pesos por encima de lo que se estima esté para diciembre. El IPC esperado todavía sigue a niveles muy por encima de lo presupuestado, los bonos atados a las expectativas inflacionarias siguen pagando rendimientos muy altos, es decir, no esperan una baja en el corto plazo en el nivel de precios. ¿La actividad económica? 0% de crecimiento para 2019 suena una meta con muy buenas chances de ser cumplida, pero depende altamente del tiempo que durará la recesión, que algunos analistas estiman se extienda hasta marzo.
Fuente: Mercado de Futuros ROFEX.
La deuda será una cruz a cargar. Si bien todavía estamos lejos de las elecciones presidenciales, hay un dato que ya alarma tanto al oficialismo como a la oposición y que seguramente será una herramienta de campaña: la deuda a ser heredada por la próxima gestión.
Según datos de la Secretaría de Finanzas, para el primer trimestre del 2018, la deuda sobre el PBI era de poco más del 59%. El escenario en ese momento era otro: quedaban varias emisiones por delante y nuestro viejo conocido Fondo Monetario Internacional, todavía no había aparecido como actor protagónico. ¿Cómo estaba el dólar? Muy barato, apenas $20,10 al cierre de marzo.
A partir del primer acuerdo con el FMI, por USD 15.000 millones, los números todavía eran aceptables: con un tipo de cambio en $29 y un crecimiento en torno al 0,4%, la deuda era de “apenas” 65% del PBI.
La presión emergente y la mala praxis local llevaron a que los pronósticos cambiaran totalmente. El acuerdo con el FMI preveía un dólar en torno a los $32 y un crecimiento casi nulo de la economía. El dólar tuvo un rally importante en mayo y la caída en la economía estaba más que confirmada. ¿Cómo afectó esto la deuda? Tuvo un salto importante y marcaría el 70% del PBI para el tercer trimestre.
Los pronósticos para el cierre del año no son nada alentadores: con un dólar estimado por los futuros en $44 y una caída de la economía casi confirmada en torno al 2,4%, la deuda representaría el 90% de nuestra economía. La clave para el próximo año será el objetivo de déficit primario cero, aunque es importante destacar que el pago de intereses tendrá un salto importante, pasará del 2% del PBI en 2017 a 3% del PBI en 2019, es decir unos USD 16.000 millones.