Hasta que Cristina Fernández de Kirchner publicó su explosiva carta después de la paliza de las PASO, su preocupación por la postura fiscalista del equipo económico de Alberto Fernández y Martín Guzmán era un secreto a voces y quienes hacían reparos eran dirigentes satélites del universo K. La vicepresidenta puso el ojo en las partidas subejecutadas de las distintas áreas del Estado y pidió gastar más en un contexto que tiene a casi la mitad de la población argentina por debajo de la línea de la pobreza.

El Ministerio de Economía difundió ayer los datos del Servicio Público Nacional (SPN), donde se registró un déficit fiscal primario –acumulado al mes de septiembre– del 1,9% del PBI, lejos del 4,5% proyectado a fines del año pasado en el Presupuesto 2021. Sin embargo, la cifra que más incomoda a la expresidenta aparece cuando se toman en cuenta los ingresos extraordinarios –el aporte a las grandes fortunas y los Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional (FMI)–. Con esos $658.808 millones extra, el déficit primario sería del 0,3% del PBI. Es decir, casi equilibrio fiscal.

Aún hay más

Si hubo un consenso mínimo hacia dentro de la coalición gobernante una vez que los resultados electorales borraron todas las sonrisas en la Casa Rosada, fue que -de cara a las generales de noviembre- la administración nacional debía encarar un proceso de inyección de dinero en la calle con el propósito de cuidar el bolsillo de los más carenciados. Lo que algunos desencantados llaman el “plan platita”.

Incluso Alberto, a pesar de su postura del equilibrismo fiscal, lo planteó públicamente en reiteradas ocasiones durante las últimas semanas. Pero la información del SPN puso en duda que tanto se gastó en el mes pasado. Teniendo en cuenta el aporte solidario y los DEG, la balanza primaria del Estado nacional mostraría un superávit de $291.428 millones en septiembre. Entonces, viendo ese saldo positivo, ¿hubo más “platita” en la calle o no?

El Canciller dialogó con fuentes del Ministerio de Economía y la respuesta fue un rotundo “sí”. “El déficit disminuyó, pero el gasto aumentó. Eso es producto de que hubo más ingresos. O sea se gastó más, pero también entró más”, explicaron. Además, dijeron que la forma correcta de medir el resultado fiscal es sin los ingresos extraordinarios, porque son “guita de única vez”. Lo curioso es que ese cálculo –que incluye los DEG y el aporte solidario– lo publicó el Gobierno en su misma página oficial. “Es que no podés hacerte el boludo diciendo que no hubo ingresos extraordinarios”, excusaron.

En efecto, el incremento interanual de la recaudación tributaria fue del 65,9%. Además, en la cartera económica aseguran que “si la soja y otros comodities hubieran tenido los precios bajos del año pasado, el déficit sería mayor”. Y, para despejar cualquier tipo de duda en torno a si después de las PASO se intentó holgar los bolsillos de la clase media, señalaron que en la variación mensual entre agosto y septiembre, “también hubo un incremento del gasto”.