Argentina, el buen alumno
El informe del FMI sobre la performance argentina dentro del programa firmado destaca aspectos positivos. El Fondo felicita a su alumno por el desempeño en materia fiscal y la paz cambiaria, al tiempo que contradictoriamente revisa a la baja las proyecciones de crecimiento que indican que la economía argentina retrocederá 1,3% en 2019 (hace tres meses la previsión era 1,2%) y en 2020 no crecerá más que 1,1% (cuando anteriormente preveían 2,2%).
Este dato no es una excepción. Según lo que se desprende de la lectura del documento del FMI, Argentina viene bien pero muy lejos de las proyecciones que revisiones atrás se preveían en escenarios alineados al éxito del programa. En materia de inflación, el Fondo proyecta que este año será de 40,2%, mientras que hace 3 meses la ubicaba en 39,6% y, a principios del año pasado, en 16,9%.
Poco a poco, el FMI ha dado cuenta de cierto aprendizaje sobre la “excepcionalidad argentina”, atravesada por la volatilidad y su impacto en el comportamiento de los agentes. Muestra de esto es el permiso otorgado en abril por el Fondo para poder intervenir en el mercado cambiario dentro de la zona de referencia cambiaria, en orden de poder tener más herramientas (reservas, ya sea para intervenir o prometer intervenir) para controlar posibles sobresaltos cambiarios. Con esta herramienta el BCRA cuenta con un poder de fuego que disciplina, al tiempo que sostiene una estrategia monetaria que convalida tasas altas, dando lugar a la paz cambiaria que se ha observado este último mes y medio.
Poco a poco, el FMI ha dado cuenta de cierto aprendizaje sobre la “excepcionalidad argentina”, atravesada por la volatilidad y su impacto en el comportamiento de los agentes.
Estos dos elementos y el congelamiento de tarifas de escala nacional son los factores que explican la paulatina moderación del ritmo inflacionario. Esta tarde se conoció que el IPC de junio mostró un incremento del 2,7%. Si bien aún se encuentra en niveles muy elevados, bajó respecto del 3,1% de mayo, el 3,4% abril y se ubicó lejos del escandaloso 4,7% de la inflación de marzo. No obstante, la inflación anual entre junio 2018 y junio 2019 fue de 55,8%, un nivel altísimo que no invita al decoro de ciertos festejos y sentencias de cambio de ciclo.
La nota más alta que el buen alumno logró es en lo fiscal. El FMI felicita expresamente a la Argentina por la corrección del déficit, bajo las estadísticas anunciadas por Hacienda el viernes pasado, donde se lució un superávit primario del 0,1% del PBI. Pero así como un elefante no puede ser evaluado por su capacidad de trepar árboles, es conveniente profundizar las consideraciones sobre la performance fiscal argentina. Valga primero la aclaración de época; es deseable sin duda alguna corregir los déficit, en orden de tener menores necesidades de financiamiento futuras; es la estructura de esta corrección lo que puede analizarse críticamente.
Como bien resume la colega Mara Ruiz Malec en su columna en Cenital, la corrección del déficit no se está dando de manera virtuosa por aumento de ingresos, sino por una fuerte contracción del gasto, que muestra su faz más preocupante en la contracción del gasto de capital (construcción) que se redujo 17%, siendo el correspondiente a escuelas y equipamiento el de mayor contracción. Aún con esto sobre la mesa, el cumplimiento de la meta del déficit tuvo sus anabólicos, según lista Ruiz Malec: “La transferencia de 19.600 millones de pesos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de ANSeS, que es el fondo de ahorro del sistema provisional, y la venta de dos Centrales Térmicas por 40.400 millones, junto con algunas operaciones más chicas”. Y en este análisis nos limitamos al déficit primario. Si tomamos las erogaciones por pago de intereses, Argentina continúa mostrándose en déficit de 1,3%.
El propio análisis del FMI no es optimista respecto del mercado de trabajo, para el que espera que de aquí a 2024 la desocupación oscile entre el 9% y el 10%.
Queda un largo camino por recorrer y el 2020 plantea más dudas que certezas. El propio análisis del FMI no es optimista respecto del mercado de trabajo, para el que espera que de aquí a 2024 la desocupación oscile entre el 9% y el 10%, algo contradictorio con los guarismos de crecimiento arriba del 3% que el propio Fondo proyecta para 2022, 2023 y 2024. A su vez, como analiza el colega Martín Kalos, el propio FMI no espera una lluvia de inversiones en nuestras tierras, ya que la relación inversión/PBI en su informe no supera el 15% de aquí al 2024, lo cual “nos mantendría en nuestro actual puesto mundial 152° en inversión/PBI”, según señala Kalos.
Es interesante señalar que el informe siempre felicitará a la Argentina en la medida en que mejore sus condiciones de solvencia para el repago de deuda. Lo que no quedará destacado en este informe y otros es la capacidad que muestre nuestro país para recomponer sus capacidades productivas, dañadas en estos años de achicamiento de la economía. Mientras la industria acumula bajas y apenas muestra mejoras mínimas en el uso de su capacidad instalada (de forma heterogénea y con sectores aun en fuerte crisis), los desocupados y trabajadores precarios aumentan y la pobreza y la indigencia crecen, en el horizonte post diciembre de 2019 asoman los vencimientos y obligaciones de deuda. La fortaleza que podamos mostrar ante esos desafíos requerirá más que condiciones de solvencia y parches para pasar los inviernos. Ese partido, hoy, aun no lo estamos jugando.