El titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, es el principal protagonista en el marco de turbulencia por la explosión del dólar, con las subas de tasas y las intervenciones con reservas de la entidad monetaria. 

Economistas, líderes de opinión, opinólogos de ocasión y opositores apenas despiertos de un largo letargo alzan la voz para señalar sus medidas como inciertas, riesgosas e inocuas. Mientras tanto, el Presidente le presta su total respaldo ¿o lo elige para el sacrificio? Ayer, cuando los mercados volvían a temblar y las recetas del Central -otra vez- no curaban ni traían calma, Macri confirmó a Sturzenegger al mando de la estrategia financiera y lo ungió así como el único responsable de sus resultados. ¿Lo protegió o lo dejó solo? ¿Lo confirmó en el cargo o le puso precio y hora estimada a su salida? Lo que sí queda claro es que el manual de crisis lleva su firma y un listado de medidas erráticas que lo exponen y acercan a una despedida que, antes o después, lave culpas de un equipo económico que no encuentra el rumbo.    

La imagen del 28-D con los cambios en la meta de inflación, mostrándolo como una de las caras responsables de no encontrar el camino, colabora con la especulación sobre un respaldo ambiguo por parte de la Casa Rosada. Otra fecha que el presidente del Banco Central recordará con sabor amargo será el 5 de marzo, el día que quebró sin vuelta atrás hasta hoy, la máxima de su formación liberal: dejar que el dólar flote. Desde entonces, resignó más del 12% de las reservas para intentar atraparlo, corriéndolo siempre de atrás, ahogado y siempre cuesta arriba.

La teoría del Círculo Rojo está latente. El oficialismo le tiende la mano al hombre del Central y le da libertad de acción puertas adentro, aunque por lo bajo lo responsabilizan por sus métodos para intentar controlar la divisa estadounidense.

En su última columna en La Nación, Carlos Pagni habló de una "derrota anticipada” del Central. Pase lo que pase. La raíz del desconcierto no está en el cambio de la meta de inflación, que se dispuso el 28 de diciembre, sino en la convicción de Sturzenegger para llevar a cabo la nueva orientación”, agregó.

Otra voz en los medios que se encargó de apuntar sin tapujos contra la máxima autoridad del BCRA fue Marcelo Bonelli. "El Banco Central está dejando deslizar la cotización del dólar”, asintió el periodista de Clarín. "Hay una decisión de dejar correr el dólar”, explicó, y vaticinó: "El zigzag del Banco Central le mete mucha incertidumbre al mercado”.

En toda explosión político-económica y con semejante impacto mediático, es necesario que haya un responsable. Definir un chivo expiatorio que cargue con las frustraciones del grupo y fortalezca con su sacrificio al resto. Señalar culpables para resurgir luego fortalecidos y con una dosis de confianza que alumbre un nuevo futuro económico. Y tal como cree el Círculo Rojo, Sturzenegger fue el elegido en la Casa Rosada.

Una frase del jefe de Gabinete, Marcos Peña, dejó en claro la libertad (a medias y con condicionamientos) que le entregaron al BCRA: "El Banco Central es el que tiene la potestad para analizar las variables que tiene como recursos, que pueden ser las tasas o la intervención. Pero eso se lo dejamos a ellos que están a cargo de la situación".

Minutos antes de la conferencia de Dujovne, el Banco Central reaparecía en el centro de la escena con las subas de las tasas de interés al 40%, una herramienta "extrema” según los principales economistas para frenar el rally del dólar en el cierre de la semana.

¿Cuál es la idea de la Casa Rosada? Forzar a los bancos a vender dólares para reducir los valores de una moneda que abrió la jornada a $22,17. Una jugada que encuentra a un funcionario en primera plana, desgastado y con un respaldo incierto: Federico Sturzenegger.