Segovia y la revolución del miedo
En la época del tercer gobierno de Perón surgió una figura ascendente en el trotskismo, Juan Posadas. Tenía línea propia y en sus filas militaban ex guerrilleros del Che. Según palabras del propio Perón, formaban parte de la organización ERP. Lo que distinguía a Posadas del resto de los lideres trotskistas era que "J.”, como se hacía llamar, creía que la Tierra estaba infiltrada por unos extraterrestres que venían de una sociedad avanzada comunista y que tenían como objetivo coordinar con Posadas y el resto de los trotskistas para derrotar al infernal Estados Unidos. Y así imponer un poder comunista intergaláctico.
Esto no es joda. Existió, incluso está en Wikipedia. Aquí les dejo la prueba:
"Tras convertirse en un destacado dirigente de la Cuarta Internacional de Latinoamérica; las controvertidas ideas de J. Posadas —por ejemplo, su visión de que los extraterrestres estaban entre nosotros[cita requerida] y habían contactado con la Tierra, lo que sólo podía explicarse porque eran seres más adelantados y con una sociedad superior a la humana: seres que ya conocían y disfrutaban de una sociedad comunista avanzada: seres definitivamente internacionalistas, interplanetarios y, por lo tanto, lo propio era que llamáramos "compañeros” a estos seres y que junto con ellos articuláramos una solidaridad superior, una solidaridad intergaláctica, un comunismo verdaderamente universal; o la idea de que una guerra nuclear era inevitable pero propiciaría el surgimiento de un comunismo más limpio desde sus raíces— le valieron adeptos que crearon su propia escisión de la Cuarta Internacional, que llevó el nombre de Cuarta Internacional Posadista. Esta organización apoyó entre otros movimientos una guerra preventiva contra los Estados Unidos para acelerar el renacimiento de la sociedad mundial".
J. Posadas murió y quedó como una figura simpática del pasado político argentino. Hasta este nuevo milenio. Luego del golpe civil UCR-PJ del 2001, los trotskistas aprovecharon el envión anti-sistema y lograron avanzar electoralmente en todo el país, imponiendo algunos legisladores. Hoy los escuchamos en el Congreso en cada debate exigiendo medidas del estilo del camarada Posadas, tales como nacionalizar totalmente la banca, defaultear la deuda que incluso ya fue defaulteada, destruir el sistema económico capitalista y anular toda propiedad privada.
Parecen chicos en la "edad del pavo” haciendo un espectáculo, donde los televidentes y el resto de los legisladores se ríen, se levantan a fumar un cigarrillo o directamente el diputado a cargo de la sesión les dice que corten, que ya está. Pero el trotskismo no es solo extraterrestres y objetivos absurdos e irrealizables. Eso es circo. El trotskismo tiene otros planes y otros intereses que a veces salen a la luz, como cuando votaron en contra del desafuero a De Vido para que lo investigue la Justicia. O los famosos e históricos saqueos de presupuestos de centros de estudiantes cuando ganan alguna secretaría universitaria.
En ese sentido, Segovia es un cuadro espectacular para sus fines. Lograron infiltrar un camarada en un gremio clave para el humor de diez millones de argentinos que usan el subte todos los días en la Ciudad. Los "metrodelegados” trotskistas de Segovia son una banda ilegal que utilizan las famosas "fallas técnicas” para interrumpir el servicio todos los días.
Su revolución es hacer daño concordante con su principio rector de "cuanto peor, mejor”, pero a diferencia de la tibieza previa que mostraban sus líderes nacionales como Altamira o Zamora, este nuevo trotskismo post-2001 está preparado para lo que sea.
Los sabotajes diarios en el subte así lo demuestran. Hay que dejar de tratarlos como simples sindicalistas o legisladores combativos y hay que entender que Argentina hoy tiene en casi todas las áreas de la sociedad una banda demente. Deben ser perseguidos como tales o al menos hablemos con los compañeros extraterrestres de Posadas para que los calmen un poco.