“Las fuerzas (¿paramilitares?) de Milagro Sala provocaron analogías con las Juventudes Hitlerianas. Estas últimas, sin embargo, por asesinas y despreciables que hayan sido, luchaban por un ideal absurdo pero ideal al fin, como la raza superior y otras locuras.”

Marcos Aguinis | La Nación | agosto 2012 

El 12 de octubre, en extraña correspondencia con el Día de la Raza, se cumplieron 1000 días de preventiva de Milagro Sala, líder de la organización barrial Túpac Amaru. Sala fue encarcelada un mes después de la asunción del gobernador radical Gerardo Morales, su adversario político, también conocido como “visir de la Puna, marqués de Ledesma y Azote de Dios”. El delito que justificó la preventiva fue el de “incitación al acampe”, al haber organizado una marcha a la gobernación para pedir una audiencia a Morales. Una detención tan arbitraria que incluso otro notable dirigente radical como Ernesto Sanz reconoció que “no estuvo bien hecha pero a los tres días se corrigió el error y hoy está detenida por otra causa”. Al parecer, la “justicia vamos viendo” de Cambiemos permite encarcelar a un opositor por la causa que sea y luego ir modificándola sobre la marcha. Con una honestidad encomiable, Sanz explicó que si Morales no detenía a Sala “no iba a poder durar un día en el gobierno, porque en Jujuy gobernaba un Estado paralelo”.

Ya en prisión, la titular de la Túpac fue condenada por un escrache telepático: un episodio del que no participó pero que según la Justicia ordenó llevar a cabo. Los únicos dos testigos que la acusaron eran empleados de Morales. La falta de garantías y la ausencia del debido proceso llevó a que el Grupo de Trabajo por las Detenciones Arbitrarias de la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos calificaran como “arbitraria” la detención de Sala y que la Corte Interamericana de Derechos Humanos fallara a favor de la dirigente jujeña y recomendara al Estado argentino que sustituya la prisión preventiva por la domiciliaria a la vez que le ordenó que adopte “de manera inmediata las medidas de protección que sean necesarias y efectivas para garantizar la vida, integridad personal y salud de la señora Milagro Sala”.

Al ser entrevistado sobre la situación judicial de Sala y los reclamos de los organismos internacionales, el presidente Macri afirmó que “ella es una persona que creó un Estado paralelo y que creó una organización armada que ha sido muy peligrosa para la vida de todo el norte argentino”.

El hilo rojo que une los delirios hitlerianos de Marcos Aguinis con la organización armada imaginaria denunciada por el presidente y el resto de las críticas que recibe Milagro Sala, pletóricas de calamidades y crímenes, es la ausencia de análisis político. El debate político fue reemplazado por la encuesta judicial y el moralismo selectivo.

Como escribió la politóloga Chantal Mouffe: “Lo que ocurre es que actualmente lo político se expresa en un registro moral. En otras palabras, aún consiste en una discriminación nosotros/ellos, pero el nosotros/ellos en lugar de ser definido por categorías políticas, se establece ahora en términos morales. En lugar de una lucha entre ¨izquierda y derecha¨ nos enfrentemos a una lucha entre ¨bien y el mal¨”. Si la discusión es moral, es comprensible la falta de interés de parte de Cambiemos y sus entusiastas hacia las garantías individuales de Milagro Sala: ¿qué importancia puede tener la ausencia de inocencia presunta o incluso un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos si lo que nos acecha es el Mal Absoluto en la forma de una organización armada peor que las Juventudes Hitlerianas? Como ocurrió hace casi 40 años con la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la Argentina, deberíamos contrarrestar esta nueva “campaña antiargentina” pegando calcomanías con la inscripción “Los argentinos somos Derechos y Humanos”.