La adicción al populismo
- Este veneno que es el populismo, que se nos mete a todos en la sangre.
- Es como una adicción, ¿no?
- Es una adicción.
Entrevista de Laura Di Marco a Jorge Fernández Díaz
En una asombrosa entrevista, aún para los generosos estándares de nuestros medios serios, la periodista Laura Di Marco dialogó en su programa La trama del poder con su colega Jorge Fernández Díaz, a quien presentó no sin cierta generosidad como “analista político”.
Antes de empezar, Di Marco hizo una honesta declaración de principios: “¿La Argentina va a seguir madurando y va a poder comprender, por lo menos una parte de la sociedad, que este proceso doloroso tiene que ver con poder tener un país normal en el futuro?”. Los presentes calamitosos como garantía de futuros venturosos conforman una de esas “ideas zombie” que denuncia el economista Paul Krugman: ideas desmentidas una y otra vez por la realidad pero que siguen caminando por ahí.
Durante le entrevista, Fernández Díaz comparó el período kirchnerista con el actual pero no habló de iniciativas políticas concretas, de índices económicos, de mejoras o caídas en el poder adquisitivo de las mayorías sino de intenciones, enfermedades, curas y adicciones. En su defensa debemos admitir que esa es la forma que suele elegir la crítica antiperonista (o antikirchnerista en estos últimos años). No busca analizar políticas sino denunciar acechanzas tan atroces como imaginarias, aunque siempre en un estilo mesurado. Diagnósticos salvajes declamados en un lenguaje instruido.
Retomando analogías de quirófano parecidas a la “cirugía mayor sin anestesia” de rigor durante el menemismo, Fernández Díaz sostuvo que “para curarse de una enfermedad hay que pasar por cierto sufrimiento”. Que la cura dolorosa se concentre en las capas medias y bajas y eluda a los más ricos no parece invalidar el diagnóstico. Ocurre que “lo peor que hizo el kirchnerismo fue regalarle cosas a la gente que sabía que no eran sustentables en el tiempo”.
Fernández Díaz no especifica en qué consisten esos “regalos”, si en los millones de jubilados sin aportes que fueron integrados al sistema, en la AUH o en el crecimiento del poder adquisitivo de los sueldos, pero lo más asombroso es que un analista político considere que ciertas políticas públicas puedan ser “no sustentables” de forma absoluta.
En realidad, la sustentabilidad es una noción relativa que depende de decisiones de política económica, no de la Divina Providencia. Por otro lado, la eliminación de impuestos y retenciones, o el blanqueo de más de 100.000 millones de USD decididos por Cambiemos no figuran como “regalos” a los más ricos ni tampoco son analizados desde la sustentabilidad fiscal por Fernández Díaz. Ocurre que para el pensamiento reaccionario lo único no sustentable es la mejora en la calidad de vida y el aumento de poder adquisitivo de las mayorías.
Madurar, para retomar la expresión de Di Marco, y salir de la adicción al populismo, según Fernández Díaz, consiste entonces en aceptar que para mejorar la calidad de vida de todos, el primer paso consiste en que la mayoría empeore la suya y la minoría más rica la mejore.
Como la curación por las gemas, es sólo cuestión de fe.