El odio nacional
El presidente de la Nación visitó una pizzería la semana pasada y en un confuso episodio terminó citando a Hitler para defender a los emprendedores recesivos por las críticas hacia el video. El odio nacional como campaña permanente.
Macri visitó la pizzeria para realizar uno de los tantos videos que simulan ser espontáneos para las redes sociales. Muchos usuarios reaccionaron con críticas y elogios a los pizzeros simuladores, simpáticos dadores voluntarios de espontaneidad. Desafortunadamente, el jefe de Estado recogió el guante y utilizó frases del Mein Kampf de Adolf Hitler para apaciguar los ánimos. Tranqui.
Recordemos que la loable tarea de "unir a los argentinos" fue uno de los tres ejes de campaña de Cambiemos en 2015. La idea se sostenía en base a que el kirchnerismo había fracturado a la sociedad en dos bandos de una manera que ya se tornaba intolerable, la famosa "grieta" como la denominó el showman televisivo Jorge Lanata.
Sin embargo, al asumir la presidencia lejos quedó su propuesta –como en casi todo– y la definición del otro como un enemigo pasó a ser parte esencial de la comunicación política de Cambiemos. Iniciando con grandes hits como "la pesada herencia", pasando a la estigmatización de empleados públicos, beneficiarios de planes sociales, jubilados que accedieron a la moratoria, entre otros apuntados por el gobierno. Un menú de desposeídos para atacar bastante completo.
La definición del otro como un enemigo pasó a ser parte esencial de la comunicación política de Cambiemos.
El anclaje discursivo cambiemita parte de una premisa clara que divide al país entre los argentinos de bien y los delincuentes. El Gobierno se empecina en asociar al kirchnerismo con la delincuencia, la cual tiene su origen en el peronismo. No por nada una de las frases de cabecera del relato oficial remarca la idea de los "70 años de peronismo", la cual se traduce en el relato de odio gubernamental en "70 años de fracasos que nos llevaron a la decadencia".
Dicho esto, a medida que transcurrieron los meses de gestión y fueron complicando su permanencia en el gobierno, Cambiemos radicalizó todavía más su discurso pro grieta. Los medios oficiales, los medios adictos y las redes sociales son las principales armas con las que se propaga el mensaje de odio y estigmatización hacia todo lo asociado al kirchnerismo, “a la delincuencia”.
En este marco, los blancos predilectos apuntados por el gobierno –focus group mediante– son los piqueteros, el gremialista Roberto Baradel, el dirigente Luis D´Elia, el líder camionero Hugo Moyano, La Cámpora y, obviamente, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
De hecho, esta percepción del odio comunicacional hacia los otros se percibe en la columna dominical de Jaime Durán Barba en el diario Perfil. Allí el asesor estrella de Macri reafirmó esta idea señalando que las medidas de fuerza contra el gobierno son financiadas con dinero de la corrupción. Nuevamente se repite la lógica de los argentinos de bien que quieren sacar el país adelante y los delincuentes que ponen palos en la rueda, "que digan si son kirchneristas".
Ahora bien, no es descabellado que un gobierno elija un adversario y que a partir de esto contenga a parte de su núcleo duro con un argumento discursivo diseñado a medida. El kirchnerismo utilizó una estrategia similar para señalar a los “golpistas” y “gorilas” que intentaban “desestabilizar el modelo”. Pero todo tiene sus matices.
El mensaje del presidente contiene un alto grado de violencia al hablar de “veneno social” y que es necesario “aislar” a las personas “envilecidas”. El Jefe de Estado citó al mayor genocida de la historia moderna y no pidió disculpas.
Promover el ataque constantemente hacia el otro puede desembocar en actos de violencia impropios de nuestra democracia.
Soltar frases tan fuertes es muy peligroso, sobre todo en un contexto donde el gobierno apunta el odio contra un sector de la sociedad que se ve representada por el kirchnerismo. Promover el ataque constantemente hacia el otro puede desembocar en actos de violencia impropios de nuestra democracia. No hay que perder de vista que las muertes de Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel también fueron justificadas desde el odio, asociando a los jóvenes con la delincuencia.
Recordemos que pocos meses atrás de estas dos muertes en contexto represivos, las fuerzas de seguridad de la administración Macri habían reprimido en un comedor, incluso antes de hacer lo propio a los murgueritos de una villa.
El Gobierno de Cambiemos retroalimenta la grieta con balas, insultos y ataques selectivos a los que piensan distinto. Los acusa de delincuentes, los balea, los ahoga o –si tienen suerte– los bloquea. Mauricio Macri y sus asesores deben reflexionar y ser prudentes en su estrategia comunicacional. El país atraviesa tiempos difíciles. El calor, la apatía y el odio pueden empeorar todo mucho más.