Caperucita y el lobo: crónica de cómo Asseff cambió su Renault 12
El ser un blandengue no sirve nunca, salvo cuando ostentás un empleo estatal, que es la única instancia donde se te ve con aprecio.
Los liberales o, más generalmente hablando, "la derecha”", pecó de débil. La ley electoral indica que para la inscripción de un partido es necesario conseguir 20.000 firmas en todo el pais. Firmas que no implican "filiaciones"”, sino solamente avales: una firma en una ficha. La avalancha liberal no pudo, no quiso y/o no le interesó conseguir las firmas para tener una opción electoral. Cayendo en los vicios del actual gobierno en la macroeconomía, decidieron ponerse en plan "lo de los avales es una boludez, cerramos con un sello y ya está”".
José Luis Espert con Alberto Asseff, titular del partido UNIR.
Cerraron con sellos de estructuras que están hace como 100 años en política, que los recibieron gustosos para promocionarse en el mercado de las valijas. Algo que, hasta esta elección, era considerado -según el folklore- como un mero vehículo de los apoderados para sacar unos mangos por emisión de boletas cada dos años. Pero resulta que la avalancha liberal les subió el precio a todos estos sellos y vieron una oportunidad que significaba pasar de pagar las expensas de un año del dueño del sello a comprarse otro departamento -o un piso entero- para levantar alguna renta más. Lobos esperando que caperucita se agache a levantar una flor.
Los liberales, usando los sellos de otros partidos, pecaron de ingenuos y débiles.
Las caperucitas, todas enamoradas de ellas mismas y enceguecidas por la posibilidad de cargos públicos y remover el avispero nacional, se metieron a dirigir la orquesta de la eleccion de las listas nacionales, provinciales y municipales. Como peronistas o radicales que hace casi un siglo que vienen entrenando en el ring de la rosca. Terminó la historia de Caperucita cuando, llegadas las horas de anotar al equipo, aparecieron los Lobos que hicieron que Esteban Bullrich le gane a Cristina en el conurbano bonaerense.
Primero cerraron una pantomima de oposición en CABA para focalizar el voto no comunista porteño al falso liberalismo que profesa Larreta, aprovechando la figura relevante de Darío Lopérfido, que solo quería que le devuelvan su puesto en Alemania (embaucándonos a unos cuantos caperucitas).
Culminado ese arreglo, fueron por los posibles 4 o 5 puntos nacionales de José Luis Espert. Pero se encontraron con un problema, "El Profe” no aceptaba valijas. Incorruptible. Lo resolvieron muy fácil: fueron a ofrecerle cambiar el Renault 12 a Alberto Asseff, el nazi dueño del sello de la esperanza liberal de este año. El operativo salió perfecto.
Quisieron "valijear" a Espert, pero "El Profe" no aceptaba valijas. Lo resolvieron muy fácil: fueron a ofrecerle cambiar el Renault 12 a Alberto Asseff.
El macrismo se sacó de encima el 40% de voto de derecha que aún preserva CABA que, por inercia ,votará de nuevo a Larreta ante las opciones trotskistas y stalinistas que quedaron como opción opositora. En lo nacional, se sacaron de encima los 4 o 5 puntos que algunas encuestas le estaban dando a Espert, números vitales para no salir terceros en primera vuelta o para alcanzar los 40 puntos con 10 de diferencia para terminar el tramite. Dependiendo quién pague las encuestas.
La ley electoral argentina estuvo dormida en 2011 y 2015 y este año se despertó. Producto de la desesperación o un plan pensado desde la devaluación del año pasado. De todas formas, es una muestra más de que el poder del estado puede aniquilar cualquier intento de cambio del status quo de la corporación política, esa que destruye el pais hace 70/90 años.