Alberto y la campaña sucia
Alberto Fernández tuvo su "semana de furia”, como la denominaron los medios. El candidato presidencial cayó en la trampa del oficialismo.
El inicio oficial de la campaña reveló las estrategias que utilizarán cada una de las fuerzas políticas de cara a las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias de agosto. El Frente de Todos dio su comienzo con spots del tipo presentación de candidatos, con críticas al macrismo y esperanzador con miras al futuro.
Del lado del oficialismo hicieron eje en la gestión y las obras realizadas por el Gobierno. Incluso, el presidente Mauricio Macri se atrevió a soñar con todo lo que podemos lograr con "un poco de viento a favor". Cómo no ilusionarse.
Pero esa es la campaña "formal". En paralelo, Juntos por el Cambio maneja diversas estrategias a través de las diferentes redes sociales y medios de todo tipo, que demás está decir que en su gran mayoría responden a la línea oficial.
Dada la crisis económica actual y los escasos logros de gestión, el tono elegido para la campaña duranbarbista es de polarización total. Por momentos violenta, mentirosa y agraviante hacia los candidatos y candidatas de la oposición.
El objetivo central de este tipo de maniobras es sacar de eje al adversario político, obligarlo a que pierda tiempo (muy valioso en tiempos electorales) en desmentir acusaciones falsas y explicar -una y otra vez- cuestiones poco relevantes.
El tono de la campaña duranbarbista es de polarización total: sacar de eje al adversario político y obligarlo a que pierda tiempo en desmentir acusaciones falsas y explicar cuestiones poco relevantes.
Desde el momento que Cristina Fernández de Kirchner anunció la fórmula presidencial, Alberto Fernández ha sido víctima de todo tipo de ataques y operaciones impulsadas por el oficialismo. Titulares de diarios en su contra, denuncias, entrevistas con preguntas repetidas sobre el pasado, no dando lugar para hablar de la situación actual o de propuestas a futuro.
Hasta el momento, el candidato del Frente de Todos se había mantenido inmutable ante los ataques. Sin embargo, en la primera semana oficial de campaña, Alberto pisó el palito. La alocada citación del juez antikichnerista Claudio Bonadio a partir de opiniones vertidas sobre el Memorándum con Irán logró molestarlo.
A la salida del juzgado de Comodoro Py una periodista a los gritos sumó más molestias y consiguió su cometido: hacerlo enojar. Claro está, los medios afines al gobierno no tardaron en hacerse eco del cruce entre Fernández y la cronista del Grupo Clarín. Y para seguir sumando, luego se dio un "encontronazo" con Jonatan Viale, con igual réplica mediática resaltando la “furia” del candidato presidencial.
El tono sereno y prudente de Fernández es el que lo llevó a tener la gran responsabilidad de ser el hombre que representa al gran frente opositor. El foco debe estar puesto en la crítica a la gestión actual y en la posibilidad de tener un futuro mejor.
Alberto debe mantenerse firme y no caer en la desesperada trampa de la campaña sucia. Subirse al ring y prenderse a pelear con el oficialismo en ese plano es casi una derrota asegurada. Como dijo una vez un relator de boxeo: "Salí de ahí, Maravilla".