El superclásico nunca es un partido más. Y el del miércoles no será la excepción. Por primera vez en 42 años, Boca y River se verán las caras en una final. Poco importa cómo llegan ambos equipos. Lo da la pauta de que al último duelo de eliminación directa (Libertadores 2015) los de azul y amarillo llegaron con puntaje ideal y el Millonario de Gallardo, en cambio, había arañado la clasificación como peor segundo en un grupo que, a priori, parecía accesible y terminó siendo campeón.

Esta vez, la foto es parecida. Boca es puntero indiscutido del fútbol argentino hace más de un año y River naufraga en la mitad de la tabla. Para los de Núñez, este encuentro es la gran oportunidad de salvar una flojísima temporada. Una victoria del Xeneize servirá para poner por las nubes el ánimo de un plantel que se encamina hacia el bicampeonato en el torneo local y cuyo gran objetivo es la Libertadores.

Pero Boca también necesita una redención. Sabe muy bien que en los últimos dos duelos de eliminación directa contra River (Sudamericana 2014 y Libertadores 2015) no estuvo a la altura. Se lo debe a su gente y también se lo deben (y lo merecen) los jugadores. De los que estuvieron aquella trágica noche en La Bombonera, apenas dos dirán presente en Mendoza: Pablo Pérez y Cristian Pavón, ambos convocados por Sampaoli para los amistosos contra Italia y España, y con chances de ir al Mundial. También jugó Fernando Gago, que soñaba con el regreso, pero se resintió de la lesión y se perderá lo que resta de la temporada.

Hay mucho en juego y Guillermo Barros Schelotto lo sabe. Quizás por eso, tras presentar un equipo alternativo el lunes en La Paternal en la derrota contra Argentinos Juniors, no se guardó nada el sábado, en la victoria agónica por 2 a 1 ante Tigre en La Bombonera. Sin brillar, el Xeneize mantuvo la ventaja de 8 puntos sobre Talleres de Córdoba, al que enfrentará por la  fecha 21 tras el receso por la fecha FIFA. Dos semanas después, en Avellaneda, visitará a Independiente. Ahí puede definir la Superliga.

Pero antes, en poco más de 48 horas, está River. El partido que puede cambiarlo todo. Ojalá Boca esté a la altura.